viernes, 1 de febrero de 2013


El año de la fe: ser cristiano es aceptar que Jesús escucha y hace la voluntad del Padre del cielo.

            La liturgia nos juega una mala pasada. Nos ha separado lo que es todo una pieza en Lucas en tres y nos las ha colocado en tres momentos diferentes y no seguidos: el 13 de enero, se inició con el Bautismo de Jesús, hoy 27, la tercera parte donde Jesús expresa que Hablará y actuará como lo hace su Padre del cielo y nos reserva la segunda parte, que es esencial para entender esta tercera, para el 17 de febrero. El orden, puede hacer que no entendamos está manifestación de Jesús en la Sinagoga de Nazaret y las exclamaciones de extrañeza de sus amigos y vecinos: para ellos pasa a ser como un desconocido: “¿De dónde saca todo esto?”. Todo esto lo ha sacado de casa: su Madre y su padre que han realizado la voluntad del Padre, le han enseñado a mirar a Dios como Padre bueno y misericordioso; lo ha sacado de la Sinagoga, allí le han enseñado la Ley y los Profetas y ha descubierto un texto que es común deseo de los israelitas “El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo (dice Moisés) de entre tus hermanos. A él escucharéis” (Deut. 18,15) y también, este libro, define el verdadero sentido de un profeta: “Aquel que habla con Dios cara a cara”; o como dice el libro del Éxodo “el que había hablado con el Señor como el amigo con el amigo” (Ex 33,11); lo había sacado del sufrimiento de las gentes, de las condenas y sacrificios del Templo, de la extorsión y condena de los romanos, del deseo de fidelidad de los que se bautizaban por Juan, de tanto que había vivido y escuchado. De los grandes momentos de oración donde “lleno del Espíritu Santo” , se pregunta ¿qué hacer con mi vida? ¿cómo orientarla para mayor gloria de Dios y bien de los hermanos?.

        De todo este conglomerado, resumido muy brevemente, resulta el compromiso de conocer más al Padre y poner toda su vida y sus acciones a hacer su voluntad y eso es lo que expresa en la sinagoga de su pueblo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”.

        Leyó como muchos de nosotros leemos la Escritura, pero lo novedoso viene después “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. Traducido a una mejor comprensión sería, “ante todos vosotros yo me comprometo a dedicar mi vida a llevar a término la Palabra de Dios que acabamos de escuchar”.
        ¡Cuántas veces leemos y releemos la Palabra de Dios y qué poca o nula incidencia tiene en nuestra vida!; somos cristianos, es decir comprometidos con Cristo y estamos llamados a poner en práctica, guiados y orientados por el Espíritu Santo y en la Madre Iglesia que Él fundó, todo lo leído como Palabra de Dios. Seguramente necesitaremos guía y ayuda para entender; pero después hemos de meditar personalmente o en grupo y decidir la orientación de mi vida. Normalmente es una asignatura pendiente, nos dejamos guiar más por nuestro espíritu a veces pequeño, egoísta y caprichoso que por el Espíritu de Dios, bondadoso y servicial.

No hay comentarios: