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Festividad del nacimiento de San Juan bautista
El Año litúrgico es el misterio de Cristo encarnado en
nuestra realidad... Quizás no hemos entendido del todo que el Año litúrgico y
su despliegue día tras día y domingo tras domingo, no es una actividad
arbitraria, sino que intentamos, especialmente los domingos desplegar el
sublime misterio de Cristo, la alianza que Dios ha firmado con los hombres, con
la sangre de su propio Hijo, Jesucristo. Es una alianza en la que los hombres
no sólo recibimos, sino que damos. La redención que no se opera solamente de
parte de Cristo, sino que espera una colaboración activa de los hombres.
Por eso el cielo de los santos... corona y testimonio de
Cristo: Por eso en el
año litúrgico no sólo aparece el misterio de la redención en su protagonista
principal, Jesucristo, sino que aparece un ciclo convergente que se llama el
ciclo santoral, los santos; porque los santos no son una competencia al culto
de Cristo, al contrario, son la corona de Cristo, son la realización lujosa de
su redención, son los hombres y mujeres que han sabido captar y ser sensibles
al amor infinito de Dios que vino en Cristo a salvarnos y han tratado de
responderle. No debemos, de ninguna manera sustituir a Cristo por los santos y
santas, tampoco por María. Estos hombres y mujeres santos, nos muestran la
acción atractiva de Cristo y su seguimiento por hombres y mujeres como nosotros
en su época, circunstancias y problemáticas.
Hoy, liturgia y palabra destaca a San Juan: En ese ciclo de los santos, el 24 de
junio, que hoy coincide con un domingo, honramos la memoria de la natividad, de
San Juan, el precursor del Señor.
Juan Bautista, Paradigma del hombre comprometido con el
Reino de Dios. Paradigma quiere decir: modelo, como símbolo. Celebramos hoy la "natividad" de San
Juan como la de cualquier niño... alegría de nacimiento... búsqueda de
hombre... comentarios de su porvenir. Precisamente las lecturas nos han
llevado al nacer de un niño. En el pintoresco pueblecito de Ain Karim en las
montañas de Judea, donde Isabel, ya anciana y estéril, ha recibido hace tres
meses la visita de una joven virgen, pero con el privilegio de ser virgen y
madre; porque está fecunda por un milagro de Dios.
Dos madres que van a dar a luz platican durante tres
meses. Habrán platicado todo ese hermoso capítulo de San Lucas donde nos
cuenta, precisamente, el momento en que Juan ha sido concebido en el seno de
Isabel. El sacerdote Zacarías, esposo de Isabel, ofrecía incienso en el altar
cuando tuvo la visión del ángel Gabriel, que le anunció que sus oraciones
-pidiendo un hijo a su estéril matrimonio- habían sido oídas; pero Zacarías
duda; y Dios, que quiere la entrega completa en la fe, castiga esa duda:
"Te quedarás mudo hasta el día en que nazca el prometido de Dios". Y
este es el momento de la celebración de hoy, Juan nace, se trata de ponerle un
nombre y, hemos escuchado en el evangelio, todos quieren que se llame como su
padre: Zacarías. Isabel dice: "No, Juan es su nombre". "Pero si
en tu descendencia no existe ese nombre; preguntémosle pues a Zacarías"
-el cual estaba sordo y mudo-, y con señas escribe en una tablita: "Juan
es su nombre". Ha nacido un niño revelado por Dios, concebido en el
milagro, y podemos acercarnos a otros ejemplos que aparecen también en la
lectura de hoy:
Profecías en el Siervo de Yahvé: Hoy nos ha dicho el profeta Isaías
que también él, como siervo de Dios, misteriosamente profetizando, fue llamado desde el seno materno:
"Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó en las entrañas maternas y
pronunció mi nombre".
Anuncio de Cristo a María. También de Cristo, el ángel, aún
antes de ser concebido en las entrañas de María, ya anuncia los designios que
Dios tiene sobre ese ser, aún antes de ser concebido: "Se llamará Jesús,
porque quitará los pecados del mundo":
Y San Pablo, ya convertido al cristianismo como cerrando
un paréntesis, dice: "Yo también fui segregado ya en el vientre de mi
madre".
Cada hombre es
un designio de Dios :Esto se presta a una profunda reflexión: cada hombre y mujer es un
designio de Dios El hombre en su realidad singular (porque es persona) tiene
una historia propia de su vida y sobre todo una historia propia de su espíritu.
Los que estamos aquí, no hay ningún anónimo; cada uno,
hasta el más humilde, hasta el chiquito que ha venido más tierno a esta misa,
hasta el más pobre y enfermo de quien nadie escribirá jamás en la historia,
tiene una historia, tiene su propia historia, y Dios lo ha querido a él en
singular; es un fenómeno irrepetible. Dios no ha hecho los hombres en moldes,
nos ha hecho con una historia muy típica a cada uno. ¡Si hubiera tiempo y nos
pusiéramos a contar aquí la historia personal, de vosotros y la mía, descubriríamos
que ¡todos tenemos una historia que es personal! Cada hombre tiene su
vocación y Dios lo capacita para ello... Juan precursor anuncia la
presencia de Cristo: ¿Qué quiere decir "precursor"?. El que va
delante, el que va diciendo: "Ahí viene, ya viene detrás", es el
heraldo. Los reyes, cuando llegaban a una población, mandaban adelante los
heraldos. Este era el papel de Juan: "¡Ya se acerca la hora de la
audiencia con Dios; ya llega el Rey inmortal de los siglos!". Hemos dicho
que cada hombre es una vocación y Juan Bautista trajo ya su vocación bien clara
de anunciar la presencia de Cristo.
En las lecturas de hoy así lo reconocen. En la segunda
lectura, Juan es presentado por Pablo en uno de sus discursos en Antioquía: "Antes de que Él llegara, Juan,
predicó a todo el pueblo de Israel un bautizo de conversión y cuando estaban para
acabar con su vida, decía: Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de
mí, uno a quien no merezco desatarle las sandalias". Fue tan
elocuente, era tan eficaz en su vocación Juan Bautista que, anunciando él a
Cristo, muchos lo confundieron con Cristo. ¡Qué honor más intenso de un
predicador! ¿Será éste el Cristo que ha de venir?., se preguntaban y Juan
Bautista, respondía, en su humildad, y enseñaba a la gente: "Yo no soy el
Mesías quien vosotros decís, yo no soy Cristo, ni siquiera soy un profeta, yo
no soy más que una voz, una voz que va gritando: Ya viene, ¡preparadle los
caminos!". Esto es lo grande de Juan. Esta es su vocación, esta es su
misión.
En la primera lectura hemos escuchado
al profeta que hablaba de la misión del precursor y en nombre del Señor, le
dice: "Es poca cosa que seas mi siervo y restablezcas las tribus de
Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel. Te voy a hacer luz de las
naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra".
Juan Bautista abarca toda la riqueza de las viejas promesas, para decirle al
pueblo: "Seamos dignos de esas promesas que tenemos". Y se alza hacia
el futuro en horizontes universales, para decir que las promesas del Viejo
Testamento se realizan en la vida en Cristo: "Hay que anunciarlas para
todos"., Juan está en el centro entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Está tan cerquita de Cristo que las gentes sospechan si no será él. "No
era él la Luz, pero sí da testimonio de la Luz". Yo no soy Cristo, pero
soy la voz que anuncia a Cristo.
Mirar como cumplía su vocación Juan: Dice
el capítulo 3 de San Lucas: "Vino por toda la región del Jordán predicando
el bautismo de penitencia en remisión de los pecados, según está escrito en el
libro: "Voz que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad las sendas. Todo barranco sea rellenado, todo monte y collado
allanado; y los caminos tortuosos rectificados y los ásperos igualados y toda
carne verá la salvación de Dios".
Que la misión
de Juan, fruto de la vocación, como llamada ilusionada y confiada de Dios, nos
ayude a descubrir nuestra vocación y asumirla con valentía y fidelidad. ¡Gracias, Juan Bautista por tu ejemplo!
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