El año de la fe: Cristo será señor del
universo.
Hace casi
2000 años que Cristo-Jesús fue expulsado de esta tierra al ser asesinado en una
cruz. Vino, enviado por el Padre, para crear vínculos de amistad entre el Padre
creador y origen de todo bien y sus criaturas, obras de sus manos, hechas a su
imagen y semejanza. Podemos decir, desde una perspectiva humana, que fracasó.
Esta afirmación se hace, según mi humilde parecer, desde una ligereza que raya
en la inconsciencia, porque inmediatamente a su muerte empezaron a surgir
hombres y mujeres que creyeron en Él y siguieron su obra; en consecuencia
¿dónde reside su fracaso?
Su fracaso reside en que muchos no le
hacemos caso, que nos cuesta aceptar sus propuestas, sus sugerencias, sus
llamadas y la misión que nos encomienda cuando alguna vez nos decidimos a
escuchar. Pero aún en estas circunstancias, Él permanece fiel, continúa
dándonos la libertad sin condiciones, se fía más de nosotros que nosotros de
Él, tanto se fía que dio la vida para que tengamos vida en abundancia y esto no
es una teoría es un dato histórico que tiene fecha escrita en los Anales del
pueblo judío y que es un judío, Flavio Josefo, quien lo ha dejado escrito para
quien lo quiera leer a lo largo de la historia. Un judío que murió como judío.
No un cristiano. Los cristianos escribieron los Evangelios y todos los escritos
del Nuevo Testamento. Un libro desconocido para la mayoría, incluso de los
católicos. Ese libro es dulce como la miel, apetitoso al paladar, pero se hace
indigesto porque no está hecho para estar en una estantería, sino para
digerirlo y ponerlo en práctica, para hacer músculo y mover esta tierra para
conseguir siempre mayores cotas de justicia y fraternidad.
Con Cristo, humilde, sencillo hasta lavar
los pies, podemos dar gloria a Dios si somos capaces de lavar los pies a
cualquier hombre o mujer por ser hermano, imagen vida de Dios y templo del
Espíritu Santo.
Esto se está haciendo, muchos seres humanos,
pequeños y mayores, lo están haciendo y por eso nuestro mundo está ganando en
justicia y fraternidad, estamos mejor que hace años, podíamos estar mejor,
cierto, pero ¡cuánta responsabilidad tiene nuestro egoísmo, nuestro miedo,
nuestra desconfianza en el hermano y en Cristo!.
Este domingo acabamos el año litúrgico, el
domingo próximo empezaremos el nuevo año con el Adviento. Con la fiesta
litúrgica nos avanzamos a un acontecimiento que sucederá un día, ese día sólo
lo sabe el Padre, en que Cristo volverá como Señor; el expulsado, vuelve como
Señor, no para la venganza; sí para poner en evidencia que lo que Él vivía y
anunciaba es realidad. Una realidad para la que no ha dejado de trabajar; ha
contado con la colaboración de muchos millones de seres humanos y con la fuerza
del Espíritu Santo. Al final después de mucho sufrimiento y muerte se verá que
Dios no ha abandonado jamás a sus criaturas que ha hecho todo lo posible para
reunirnos en el Reino de los Cielos. Ese Reino que canta, alaba y glorifica al
Dios Padre bueno que en Jesucristo nos ha mostrado que nos quiere y enseñado a
querernos. ¡Unámonos a Él! ¡Creamos!
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