sábado, 9 de julio de 2011

Tiempo de fe y de dar gracias.





Tiempo de fe y de dar gracias



         El hecho que iniciemos estos próximos domingos una formación-reflexión sobre el reino de Dios de la mano de Jesús, siguiendo el evangelio de Mateo y utilizando parábolas a partir de la Naturaleza, pone de manifiesto muchas cosas:

1.- Que para Jesús todo nos habla de Dios, todo es manifestación de su amor hacia todos sus hijos. En esa naturaleza, a veces tan destrozada por nuestra mano, encontramos mil y una razones para dar gracias a Dios, José Arregui, un franciscano, escribe:

“Huelo una rosa y huelo el Reino de Dios.
Gusto el pan y gusto el Reino de Dios.
Camino por un colorido campo en flor y palpo el Reino de Dios
en el que todo puede crecer y desarrollarse,
el Reino en el que hay suficiente para todos.”

2.- Jesús, como el sembrador, va al encuentro de las personas, las espera, se deja encontrar, se dirige a tod@s desde el lago, en el ambiente habitual de quienes le escuchan. No necesita un púlpito especial, se basta con una barca, con los instrumentos de trabajo que la gente tiene para ganarse el pan. Medios pobres y sencillos.

3.- La Palabra va dirigida a todos sin excepción y aunque mucha se pierde, la que es acogida da mucho fruto a su tiempo. Es una llamada a la fe y a la confianza. Lo importante no es el sembrador, nosotro@s cuando hablamos a nuestr@s hij@s, a nuestr@s niet@s, a nuestros amigos y vecinos. Eso es sembrar, es la acción de sembrador, pero quien da fruto es la semilla que tiene en sí toda la fuerza. Por eso la fe, que es la expresión de “yo soy un instrumento inútil, sólo he hecho lo que me correspondía” (Lc 17,10) y confío, Señor, que de su fruto a favor del Reino del Padre. La confianza es una actitud de humildad: todo dará su fruto a su tiempo, porque esa semilla tiene la potencia suficiente para dar fruto, por eso Jesús nos dice: “Sucede con el Reino de Dios lo que un grano que un hombre sembró en tierra. Duerma o vele, de noche o de día, el grano germina y crece, sin que él sepa cómo.” (Mc 4, 26-27).

4.- Somos tierra acogedora, la Palabra sembrada por tanta gente en nuestra vida (es hora de reflexionar en todas aquellas personas que en un momento u otro han sembrado en nuestro corazón y de dar gracias), algunos estarán ya en la Iglesia del cielo y otros en la Iglesia peregrina, ambos merecen que les demos gracias y especialmente la Iglesia peregrina porque vivimos malos tiempos donde el desánimo y el pesimismo se va apoderando.

5.- Somos sembradores, en la época de Jesús se sembraba a voleo, hoy es específico, la máquina deposita en un sitio y procura que nada se pierda. Cuando Jesús, se sembraba con la mano y después se tapaba la tierra, en ese intervalo los pájaros podían comer mucha semilla y, también, otra se podía perder entre piedras, zarzales, etc. Simplemente somos sembradores, la semilla, la Palabra es de Otro y tiene fuerza en sí misma. Realicemos con honestidad nuestro trabajo y el amo de los sembrados podrá recoger su fruto, no nos corresponde a nosotros..
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