El año de la fe: Tenemos alma espiritual e
inmortal.
Esta afirmación es capital en la vida de las personas por que nos
posibilita el diálogo con el Creador.
Vamos a fijarnos en tres
textos, uno del A.T., otro del N.T. y el tercero del Papa Pablo VI.
En el libro del Génesis
1,26, encontramos: “Dijo Dios: hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza”
En
la carta de San Pablo a los Gálatas 4,6, encontramos: “La prueba
de que
somos hijos es que Dios ha enviado a nuestro espíritu el Espíritu de su Hijo
que clama: ¡Abbá, Padre!”
Pablo VI
el 30 de junio de 1968, al acabar el anterior año de la Fe, proclamó su solemne
Profesión de fe y en los números 8 y 9, decía:
“8. Creemos en un solo Dios, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles -como es este mundo en que
pasamos nuestra breve vida- y de las cosas invisibles -como son los espíritus
puros, que llamamos también ángeles - y también es Creador, en cada hombre, del
alma espiritual e inmortal.”
“9 (…..) Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento
recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu
Santo, de cuya vida eterna estamos llamados por la gracia a participar, aquí,
en la tierra, en la oscuridad de la fe, y después de la muerte, en la luz
sempiterna. Los vínculos mutuos que constituyen a las tres personas desde toda
la eternidad, cada una de las cuales es el único y mismo Ser divino, son la
vida íntima y dichosa del Dios santísimo, la cual supera infinitamente todo
aquello que nosotros podemos entender de modo humano. Sin embargo, damos
gracias a la divina bondad de que tantísimos creyentes puedan testificar con
nosotros ante los hombres la unidad de Dios, aunque no todos conozcan el
misterio de la Santísima Trinidad”.
Consecuencia de todo lo anterior: No somos
sólo materia, la materia configura nuestra figura en esta tierra, toda ella
material, excepto la criatura más amada del Padre, sus hijos a los cuales ha
dado alma espiritual de la misma cualidad de los ángeles que posibilita que el
Espíritu Santo venga a nuestra vida porque tenemos “material base espiritual”
que lo puede recibir. Mientras el exterior, que define nuestra figura en la
tierra y contiene la dimensión espiritual nos sirve de comunicación con los
otros y que un día desaparecerá y nos hará invisibles a los ojos materiales,
continuaremos viviendo con el espíritu que es inmortal. Es bueno que tomemos
conciencia de esta verdad de nuestra fe, la valoremos más, porque el Espíritu
que se nos da es Santo, para vivir ya en la santidad cada día más y ser imagen
del Dios invisible.
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