sábado, 2 de junio de 2012

Tiempo de la iglesia, tiempo de la comunidad.


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Tiempo de la Iglesia, tiempo de la comunidad.



            La fiesta de la Santísima Trinidad, pone de manifiesto varias cosas:



1)    En un primer momento descubrimos toda la “actividad” de Dios para conseguir un fin: que todos y todas podamos descubrir el amor que Dios nos tiene y como se las “ha apañado” para que podamos experimentar su bondad, misericordia y salvación: primero siendo el origen de todo y de todos nosotros, el es el Creador y nosotros obra de sus manos. Pero esta relación, por parte de Dios, es de amor, amistad, compañía, felicidad, confianza, libertad y salvación. Las criaturas no acabamos de captar este actuar de Dios y nos rebelamos u oponemos, es el pecado que crea distancia y separación; cuanto mayor es esta, más dificultad tenemos para saber quien somos. La fidelidad de Dios vence la distancia enviando a su Hijo como nuevo puente que une a Dios-Padre con la criatura humana: su vida, su acción, sus dichos, su morir y resucitar, comprendidos y libremente aceptados, cambian posiciones y desde la incomprensión se pasa a la identificación con el vivir y actuar del Hijo. Al entrar en sintonía con Él, descubrimos a Dios como Padre bueno y cómo, junto a Él, somos llamados a ser santos como Él es Santo. Tenemos ciertas llamadas que nos limitan y condicionan, pero Dios no nos abandona y hace “un nuevo esfuerzo” para recuperarnos, darnos el Espíritu Santo. Nos lo da como regalo el día de nuestro bautismo y permanece en nuestra vida potenciando ese espíritu pequeño que tenemos por ser  criaturas hechas a imagen y semejanza del Creador.



2)  La acción de nuestro Dios, el esfuerzo realizado desde el amor, hasta dar la vida y con la acción de Espíritu Santo, ha conseguido crear un Pueblo, una comunidad, la Iglesia que se alimenta de la gracia divina y que es llamada a reproducir en ella, el amor a Dios y a los hermanos. Su lema es “pasar por el mundo haciendo el bien” a todos los que por un motivo u otro vivan entre nosotros y combatir todo lo que degrade al hermano: hambre, injusticia, paro, enfermedad, muerte,…



3)  La Comunidad constituida por la acción de amor conjunta del Padre-Hijo y Espíritu Santo, está llamada no sólo a vivir y reproducir ese amor, sino, y también, a llamar a formar parte de esa Comunidad a todas la gentes que en cualquier momento de la historia viven. Estamos llamados a ayudarles a descubrir la bondad de Dios y que sólo junto a Él y con Él descubriremos y viviremos nuestra dignidad de criaturas y podremos desarrollar todas nuestras capacidades. Descubriremos que no somos un accidente de la naturaleza sino alguien pensado, querido, deseado y necesitado, alguien insustituible para construir un mundo nuevo. Esto sólo lo podremos vivir y conseguir cuando nos bauticemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; es decir cuando asumamos ser creatura y vivamos en comunión con Dios y con los hermanos que, también, lo han decidido.

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