sábado, 28 de mayo de 2011

Hemos de cambiar esquemas.

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El resultado de las pasadas elecciones me sugiere que la mayoría no somos conscientes que las cosas no son iguales a lo que pasaba hace 20 años. Entonces los políticos, con mayor posibilidad de decisión que ahora, marcaban las políticas a realizar dentro del propio territorio, desde que formamos parte de la Unión Europea y el mercado se ha globalizado eso ya no es posible. Ahora quien marca lo que se ha de hacer o no se ha de

hacer es el mercado, El Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, el Banco Mundial, el Parlamento Europeo. Los gobiernos europeos potentes (Alemania, Francia, Inglaterra,…). Aunque los gobiernos, en general, de los diversos estados quieran llevar otras políticas, no se les deja. Esto tiene mayor incidencia en los países más dependientes que en los otros, tenemos ejemplos: Grecia, Finlandia, Portugal y nosotros mismos, al Presidente del gobierno le presionan y coaccionan esos organismos y tiene que tomar y asumir medidas en contra de su voluntad. Es absurdo y de una gran ignorancia acusar al presidente de la derechización cuando cualquier otro presidente sería presionado igual y estaría obligado a hacer lo mismo con mayor o menor simpatía. El vivir según esquemas e ideales pasados ocasiona la soledad del gobernante por parte de los ciudadanos, se le culpabiliza de todo y no se le da respaldo a políticas con mayor contenido social, cayendo en la trampa de pensar que otro político, de signo contrario, podrá hacer lo que este no “quiere” hacer. Hemos de analizar mejor la situación sino el fracaso será mayor y si hoy estamos desorientados y desanimados no quiero pensar que puede pasar en el futuro.

¿Qué hacer? Mantener la idea de Europa unida, pienso que es la única salida, porque estados pequeños y débiles en recursos poco futuro tienen. Si mantenemos la idea, se ha de potenciar un gobierno común, un gobierno fuerte que gobierne y pueda parar los pies a esas otras instituciones que nos están amargando la existencia, divididos nada podemos hacer. Necesitamos urgentemente un gobierno europeo fuerte y con capacidad.

Como país hemos de desarrollar una fuerte industria propia, acabemos con el “que inventen ellos” y empecemos a inventar nosotros y a arriesgar capital en producir lo inventado. Los países con industrias son los más estables y los que menos paro tienen. Dediquemos horas y esfuerzo a fabricar aquello que nosotros y otros necesiten (equilibremos el mercado internacional).

Creamos en nuestras capacidades, que se acabe el complejo de inferioridad que tiene sus secuelas en el constante “y tú más” y en el orgullo propio que no nos deja trabajar juntos, sino que cada uno defienda lo suyo. Apoyemos el hombro y despreciemos el cainismo de los políticos que sólo aspiran a que el otro caiga para mandar él. ¿Dónde hemos dejado los ideales, los principios, los valores del mundo obrero, de la solidaridad?

Hay que cambiar esquemas y aceptarnos los unos a los otros y trabajar juntos buscando el bien común. Sumando siempre. Esos jóvenes, en nuestras plazas principales, están ayudándonos a reflexionar y a decir, con criterio, aquello que nos irrita por dentro y no sabemos cómo expresar.

 
 

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