sábado, 26 de noviembre de 2011

Expectación.





Expectación





             E

stos días de Adviento remarcan esta palabra, pondremos dos ejemplos: Mientras Zacarías estaba en el Santuario del Señor, al ver la tardanza en salir, el pueblo esta en expectación (Lc 1, 21). También en Is 9,1 “El pueblo que estaba en tinieblas, vio una luz grande”.  Un pueblo que había sido debilitado por los dichos y hechos de los teólogos, por los ritos y prácticas del templo, por la marginación a que sometían a sus enfermos de toda clase y a los pobres, sin consuelo, sin compasión,… sólo les quedaba la confianza en el Señor. Un testimonio ejemplar lo encontramos en Job, digan lo que digan, “yo se que mi Defensor vive y declarará a mi favor”.  Esta es la fe de un pobre, que vive en un mudadal. ¡Esperaban la actuación de Dios, estaban expectantes!

Nuestro pueblo está a la expectativa; por el resultado de las votaciones pasadas parece ser que mucha gente está expectante a unas leyes justas que nos saquen de esta situación de tinieblas; donde los que nos son ricos, ni económicamente pueden valerse por sí mismos, puedan trabajar y vivir con dignidad; eso se confía que hagan los nuevos dirigentes. Aunque en el profeta Jeremías (17, 5), ya se nos dice “maldito sea aquel que se fía del hombre, y hace de la carne su apoyo, y del Señor se aparta su corazón”. Sabemos que los seres humanos no sólo “hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios” (Gén 1,26), sino que Dios siempre vela por sus criaturas, tanto es así que el Salmista se pregunta “¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te cuides?” (Sal 8, 5) y la razón es “es muy tuyo perdonar” y que es Padre.

En esta expectación general, ¿a los cristianos qué nos toca hacer? Creo que lo primero es preocuparnos por conocer a nuestro Dios, conocer lo que ha hecho y dicho a favor nuestro a través de su Hijo Jesús. Conocer el valor que tenemos para Él que hasta su Hijo murió para que tengamos vida. Conocer el proyecto del Reino y sus características: No nos fiemos de aquellos que inventan a Dios, que utilizan a Dios, en su Hijo Jesús se ha hecho uno de nosotros, en todo igual, menos en el pecado. Su corazón lleno de Dios, eso es el Reino, le ha acercado a leprosos, poseídos, prostitutas, pecadores públicos, a toda clase de minusválidos, a dar de comer, a no colaborar con la autoridad,… a crear un pueblo nuevo donde las señas de identidad sean: “amarse unos a otros”, “servirse con humildad, hasta lavarse los pies si es preciso”, “perdonarse hasta 70 veces siete”. Así actuó Él y así confía que actuemos los que a través del bautismo hemos acudido a su llamada.

El tiempo desgasta, la situación social degrada, el no cultivar  el espíritu, el no dedicar tiempo a la oración, el apartarnos de las comunidades, el abandonar las eucaristías,… el no implicarse en el servicio a los pobres y trabajar por combatir la injusticia,… hace que nos vayamos olvidando poco a poco quienes somos y quien es nuestro Dios. Esto ha pasado en todas las épocas y por eso el primer domingo de Adviento repite grita ¡VIGILAR!, ¡VELAD! Por que somos trabajadores de un Dios Justo y no podemos dormirnos.




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