sábado, 5 de noviembre de 2011

Elecciones.

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Elecciones



        Una vez más somos llamados a las urnas, es la gran concreción de la democracia. Estas elecciones tienen un contenido especial consecuencia de la situación social y económica que vivimos. En concreto existe mucho sufrimiento ocasionado por la crisis que padecemos y por las políticas que se están realizando para combatir la crisis,  que están empobreciendo y maltratando a tantas familias entre nosotros, especialmente a las trabajadoras.

     Desde hace tiempo se está protegiendo al capital más que a las personas y nosotros, como cristianos, necesitamos orientación y reflexión para poder decidir. El papa Benedicto XVI, en su encíclica  “Caritas in veritate”, señala en el número 25: “El primer capital que se ha de de salvaguardar y valorar es el ser humano, la persona en toda su integridad»

     Los políticos, como nosotros mismos, no son personas neutras,

sino mediatizadas por la ideología y las presiones de los que tienen

poder (económico, financiero, empresarial, político,…). Nosotros hemos de ser un poder que humaniza, que pone a la persona y su dignidad en el centro . La gente sencilla necesita tener poder para ayudar a decidir a quien gobierna, para obligarles a inclinar el fiel de la balanza a favor de políticas a favor de las personas, a favor de una mayor justicia social, a favor de la igualdad.

     Hemos visto que en estos últimos tiempos las acciones políticas no sólo han apuntalado las instituciones financieras (abocando a los bancos miles de millones de euros), sino que se han producido tijeretazos en todo aquellos que tenía mayor incidencia en la vida de las personas (salarios, pensiones, sanidad, educación, servicios sociales, vivienda,..)

     Estamos deseosos que se produzca un cambio en la orientación de las decisiones políticas de las próximas elecciones. Pero este cambio no se producirá por el sólo hecho de echar en la urna un voto a un determinado partido, puede favorecer; pero lo importante es decidir cómo personalmente o en grupo nos situamos en nuestra vida cotidiana, qué reivindicaciones planteamos, qué compromisos estamos dispuestos a asumir,  cómo nos hacemos responsables de la vida social en los diferentes ámbitos donde nos movemos,  cómo consideramos y tratamos a las personas, vengan de donde vengan y sean del color que sean. Nadie, como nosotros, siguiendo el Evangelio de Jesús, sabemos que todos somos hermanos porque tenemos un Padre común (Mt 23,8)

     En definitiva, todo depende de los valores que nos mueven, de las formas de vivir y de los principios sobre los que queremos construir nuestra sociedad. El individualismo y el consumismo nos han desarticulado y hemos perdido la motivación y la fuerza que nos daba el sentirnos compañeros y el saber que “la unión hace la fuerza”. Estas son referencias del ayer que muchos de nuestros jóvenes no han vivido y tampoco les hemos enseñado a saber que por aquí somos más personas que no combatiendo unos contra otros. Las próximas elecciones poco podrán cambiar. Nosotros sí podemos hacerlo y sería bueno que empezáramos a dar pasos. Un buen camino puede ser volver a sentirnos pueblo, colectivo y potenciar todas aquellas asociaciones que tienen finalidades sociales y aspiran a mayores cotas de justicia y bienestar para todos (Asociaciones de Vecinos, entidades culturales y recreativas (Orfeó), equipos deportivos, …, sindicatos… ) y nosotros, como cristianos, estando en alguna de esas, sin olvidar la comunidad cristiana que nos puede ayudar a mantener el fuego y la esperanza de la construcción de un mundo nuevo, fundamentado en los valores del Evangelio.

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