domingo, 27 de junio de 2010

REFLEXIÓ


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En su libro titulado “El destino de Jesús: su vida y su muerte (Ed. Sigueme), encontramos lo siguien, escrito por Heinz Schürmann:
"La lectura de la Escritura es un proceso de encuentro, en el cual la Escritura se convierte en la Palabra de Dios hablada aquí y ahora (como viva vox). A aquel que lea la Escritura en actitud de meditación, se le desvelarán ya de vez en cuando verdades parciales, muy sugerentes y estimulantes quizás, verdades que vienen y se van. A aquel que en tal lectura haya aprendido a leer la escritura orando, a entablar diálogo con ella, a hacerle preguntas y escuchar respuestas, para esa persona algunos enunciados de la Escritura podrán tener un valor extrañamente adhesivo, que querrá ser contemplado de manera constante mediante una simple mirada. Cuando el orante no se sustrae a esa mirada, cuando la acepta, cuando deja que esa mirada actúe sobre él en un acontecer contemplativo y pasivo, entonces -a la larga o también repentinamente- una ´verdad´ podrá convertirse para él en un ´centro´ que le subyugue de manera personalísima: en el centro de su vida, en el cual él, con una mirada sencillísima, entienda a Dios y al mundo y se entienda a sí mismo.
Y lo que luego oiga o lea de la Escritura, lo escuchará con finísimo oído como venido de lejos (y, no obstante, lo escuchará tan alto como las voces celestiales del Apocalipsis). Leerá entonces la Escritura a esa luz enteramente callada, que se sustrae en grado mayor del que se da, pero que hace entonces que cada frase de la Escritura se comprenda de una manera nueva. Semejante verdad, que le ha sido concedida graciosamente, será luego para él el centro -objetivamente el centro de la Escritura y subjetivamente el centro de su pensar, de su vivir, de su actuar y de su sufrir-. Lo que se halla en una ´mirada sencilla´, luego es difícil trasponerlo en palabras, pero contiene en sí tantas cosas que muchos libros no podrían dar cabida a la verdad encontrada".
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