sábado, 26 de marzo de 2011

La GUERRA.

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Sabemos que a los creyentes todos los acontecimientos de la vida nos han de interesar porque Dios está presente y nos habla, nada es ajeno a la presencia de Dios. Su presencia, no su motor, nos ha de interrogar.
El Norte de África está en ebullición, los países de la ribera norte del Mediterráneo nos están sorprendiendo, nadie se pensaba que en todos esos países pudiera haber ese deseo, que ahora se ha convertido en clamor, a favor de la justicia y la democracia. La primera llamada, que sentimos nos ha de ayudar a reflexionar: ¿Por qué los pueblos se lo han tenido que hacer solos? Han sufrido, han sido oprimidos por dictadores y jerarcas que han dominado a sus pueblos, mientras ellos se enriquecían y occidente les daba toda clase de parabienes. Parabienes interesados, la moneda de cambio era el petróleo, el gas o la instalaciones de bases militares, ¿con qué pagábamos? Con Euros/Dólares, con armamento y con protección y amistad. Las víctimas eran sus pueblos. Han tenido que inmolarse para que nos demos cuenta del sufrimiento a que han estado sometidos durante años.
Ahora el enemigo del pueblo, los dictadores, pasan a ser los enemigos de nuestros gobiernos. Ahora hay que obligarles a marchar porque están masacrando a su pueblo. La segunda llamada es ¿por qué países con tantos sistemas de información, no han querido salir en defensa de los pueblos diariamente masacrados?
Como hemos llenado los países de arsenales bélicos, barcos y aviones de guerra que les hemos vendido, la única solución que se ha encontrado ha sido destruir aviones y arsenales. ¿No había otra solución? Estamos actuando en nombre de los pueblos sufrientes pero sin escucharlos.
¿Qué hay bajo la expresión de “defensa de los pueblos ante la masacre del dirigente”? No somos países generosos, más bien egoístas que todo lo convierten en dinero: Los pueblos abandonados a su suerte, durante años, han de saber que en el norte tienen grandes amigos que les apoyan. ¿Es esta toda la verdad? Sospecho que no. ¿La acción bélica se ha de entender como generosidad solidaria o inversión a cobrar? Pienso que será más esto último. ¿Hasta qué punto los pueblos “liberados” de los dictadores podrán programar su futuro sin hipotecas? ¿Los pueblos caminarán libres o tendrán tutores?
En el evangelio que leímos el miércoles pasado, ante la protesta de los discípulos por la demanda de poder para sus hijos de la madre de los zebedeos, Jesús responde: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que lo sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos”. (Mt 20, 17-28).

Si la solución que tenemos para los conflictos es la guerra, la violencia del fuerte, ¿qué estamos enseñando a los niños, a los jóvenes, a los obreros que se quedan sin trabajo? ¿No había otros caminos para hacer justicia que no fuera el camino de las armas y la destrucción?
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