sábado, 15 de enero de 2011

La semana de oración por la uinidad de los cristianos.

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La Semana de Oración por la unidad de los cristianos:
18-25 de Enero.
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La Semana de la Unidad llama a la puerta con un mensaje que llega esta vez hasta la Iglesia Madre de Jerusalén. Lo sugiere el libro de los Hechos de los Apóstoles (2,48): “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oració.” Es una de las frases del Nuevo Testamento que con mayor densidad explica qué es y qué ha de ser la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia de todos los tiempos, llamada a entusiasmarse con aquello que la constituye.

La Iglesia es apostólica, es misterio de comunión, es dispensadora de los santos misterios y que ora al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo. Dicho en otras palabras, el enraizar en el magisterio y en el testimonio apostólico, la construcción de la fraternidad a través de la unión “en un solo cuerpo y una sola alma”, la participación sin sombras en el memorial del Cuerpo y la Sangre del Señor, la proximidad espiritual fruto de una oración insistente por la estirpe humana, todo ello configura una Iglesia rica en santidad y unidad.

De hecho, mantenerse en la perseverancia por la vocación recibida pasa por reencontrarse como único cuerpo de Cristo. La
Iglesia no puede vivir sino unida en todo aquello que la hace ser y vivir. La unidad no es una moda, sino una urgencia. No es una opción, sino una llamada. No es una posibilidad, sino una necesidad. No podemos ser blandos o displicentes en el momento de orar por la unidad de los que confesamos a Jesucristo. No podemos escondernos detrás de la voz de los que dicen que el ecumenismo es cosa de otros tiempos.

Sería una infidelidad al Evangelio querer justificar el resfriado ecuménico con razonamientos de tipo coyuntural. Cuando se vive la pasión por el Evangelio, se vive la pasión por la unidad de la Iglesia. Cuando se escucha la voz del Señor, se siente el clamor del pueblo de Dios que anhela y suspira por la unidad de las iglesias cristianas. La unidad no es una estrategia ni un recurso determinado por la dureza del tiempo, sino un desafío que quizás tan sólo pueden entender los que son discípulos de Cristo.

Del 3 al 5 de octubre pasados celebramos en Barcelona el Encuentro Internacional por la Paz, organizado por la Comunidad de San Egidio, con el lema “Familia de Dios, familia de los pueblos”. El último día, después de la ceremonia final en la plaza de la Catedral de Barcelona, había una gran alegría que hermanaba a las miles de personas que congregaba. Los cristianos presentes habían escuchado juntos la Palabra transmitida por los apóstoles, acaban de experimentar la unión fraterna incluso con los no cristianos, hacía dos días que se habían reconocido en la fracción del pan en la Eucaristía celebrada a Santa María del Mar y había orado juntos en un ambiente cálido.
La alegría que los unía era grande y justificada. Se habían sentido la única Iglesia de Cristo, testimonio en medio del mundo, llamada a ser una, como la Iglesia de los apóstoles.

Arman Puig (Degà de la Facultat de Teologia de Catalunya)


La unidad es una urgencia para que Jesucristo sea conocido y mostremos con nuestra vida y obra que El es nuestro Señor y Salvador. La división ha sido fruto de intereses e incomprensiones humanas. La unidad fundamentalmente la puede recomponer Dios, nosotros hemos de convertirnos y colaborar: por eso siempre y de manera especial esta semana oremos por la unidad de todos los que nos alimentamos con el Evangelio.
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