viernes, 3 de diciembre de 2010

En la Biblia está el futuro de Europa (3).

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Seguimos con el escrito del cardenal emérito de Milán sobre el tema “en la Biblia está el futuro de Europa” (Cooperador paulino nº155)
“Mis cuatro tesis"


Tesis número 2: “La Biblia es, pues, el libro del pasado de Europa, pero es también el libro de nuestro presente. Y aquí quisiera recordar lo que he dicho en innumerables veces en mi experiencia de 22 años como arzobispo de la diócesis de Milán.
He tratado de evocar de todas formas posibles esa gran propuesta pastoral del Concilio Vaticano II, es decir, que la Biblia debe llegar a ser familiar para el pueblo cristiano y punto de referencia de su oración y de su vida. Por eso he citado tantas veces las palabras de la Constitución Dei Verbum (1965) que dice: “De igual modo el Santo Concilio exhorta con vehemencia a todos los cristianos, en particular a los religiosos, a que aprendan “el sublime conocimiento de Jesucristo”, con la lectura frecuente de la divinas Escrituras.. Pero no olviden acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre” (Dei Verbum n.25)
Esta exhortación la retomó autorizadamente Juan Pablo II en su carta programática para el tercer milenio Novo millennio ineunte: “Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un encuentro vital, que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela y modela la existencia”. (n.39) La experiencia me ha enseñado que muchas personas, incluso poco creyentes o poco practicantes, se han sentido sacudidas por este lenguaje y han encontrado y encuentran en las páginas de la Sagrada Escritura la luz para su propia vida diaria y la fuerza para superar las dificultades. No me alargo sobre este tema porque tendría que aludir a tantos acontecimientos y a tantas cosas que he dicho a lo largo de mi episcopado, especialmente en las cartas pastorales, a partir de la primera carta sobre la Dimensión contemplativa de la vida, así como de la segunda carta pastoral sobre la primacía de la Palabra: En principio, la Palabra. He recordadp brevemente estas cosas porque son el punto de partida para abordar lo más específico de mi reflexión, es decir, la Biblia como libro no sólo del pasado y presente, sino también como libro del futuro de Europa.

Muchos dicen: “Dios no habla”. “Está mudo”.
Si trabajáramos la Escritura: meditando y orando con ella, conoceríamos la respuesta de nuestro Dios.
A la lectura bíblica y a la oración hay que llevar vida: la propia con sus altibajos y el sufrimiento, esperanza y alegría de los otros.
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