domingo, 17 de enero de 2010

HAITÍ: El dolor que no cesa.



Comunicación del P. HECTOR CUADRADO, CMF. Superior Mayor de Antillas.





La considero de mucho interés porque habla de “nuestra gente”.




Nosotras en Haití vivimos en la casa de enfrente de la comunidad de los claretianos, desde hace dos años acudimos a la parroquia que tienen en el barrio de NAZON y el P. Anistus es el párroco. Beauplan es el primer sacerdote claretiano haitiano y ha empezado a venir a nuestra casa cada miércoles para celebrar la Eucaristía y cenar juntos. Nazon es el barrio en el que tenemos proyectado comenzar un programa de Educación Popular.




Además de lo que se desprende del comunicado quiero decirles que Josefa está bien. Vive en la casa de las Hijas de Jesús, que están en nuestro mismo barrio. Tienen agua y comida. Hoy se ha acercado a nuestra casa para evaluar los daños. Está mal pero no todo se ha perdido. Ella puede recibir llamadas pero no puede llamar.




Como algunos saben yo doy clases de español en el Centro de Estudios Teológicos donde estudian todos los religiosos jóvenes de Haití. Mis alumnos son de 2º de teología. Tendría que haber estado allí de 3 a 5 del martes 12 (el terremoto fue a las 5 menos diez). Como tenía que venir a México les dejé trabajo al alumnado para ese día y les dije que no fuesen a clase, que hiciesen el trabajo en sus casas. Si me hicieron caso se habrán salvado pero los alumnos de 1º (que tenían clase de francés) y los de 3º (que la tenían de inglés) puede que hayan muerto. Nazaret, una compañera de Jesús María, me ha dicho que se ha enterado que un grupo de ellos, montfortianos, que estaban ya metidos en su furgoneta para salir del centro de estudios, murieron todos así que temo por los demás porque el edificio se desplomó.










Envío también la información que me llega del Centro Bono (Servicio Jesuita para Refugiados de República Dominicana.







A 45 HORAS TERREMOTO DE HAITI




P. HECTOR CUADRADO, CMF. Superior Mayor de Antillas.




Hace apenas unas horas, llegamos a la capital de Rep. Dominicana, el P. Alexis Díaz, cmf. y un servidor, desde Puerto Príncipe Haití. Nos propusimos llegar hasta la capital haitiana con el objetivo de ver y abrazar a nuestros hermanos Anistus y Beauplan. Salimos a las 4 am desde Santo Domingo y llegamos a las 9 am a Jimaní, en la misma frontera dominico haitiano. Al llegar nos recibe el P. Roselio, cmf., quien se encuentra muy ocupado apoyando todos los esfuerzos por recibir a centenares de heridos que están trayendo desde Haití para ser atendidos en el pequeño hospital del pueblo. Inmediatamente nos fuimos con él a ver el sufrimiento en carne viva de nuestros hermanos, y sobre todo la labor de los médicos y enfermeras dominicanos, voluntarios muchos, para socorrerlos. He visto la desgarradora escena de un niño haitiano, 11 años quizás, que grita no solo el dolor de sus heridas físicas, sino también la ausencia de su mamá que no sabe dónde está. Ya luego nos trasladamos al recién inaugurado Centro Multiusos "San Antonio M. Claret", convertido ya en refugio para heridos que necesitan atención médica. Visto el panorama, llamé a Puerto Rico, a nuestros amigos médicos de AMAR, a quienes les compartí la situación. Estaban a la espera a que se les convocara para trasladarse inmediatamente a Jimaní, lugar donde hace un mes habíamos estado llevando un operativo médico. Hoy mismo, viernes, están llegando dos médicos y dos enfermeras desde Puerto Rico, para colaborar con los médicos dominicanos en esta misión solidaria. Me han asegurado que en el transcurso de la semana irán otros 10 médicos más. De veras agradezco tanto a Dios y a cada uno de ellos su generosidad.
En el tiempo en que visitamos el hospital y el centro, llegaba el Presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, para ver en directo y coordinar efectivamente, un convoy (sobre 30 camiones) equipados con cocinas ambulantes y provisiones para entrar a Haití en ayuda humanitaria.




Eran las 10 am cuando nos decidimos ya entrar a Haití. Tenía deseos de ver a mis hermanos Anistus y Beauplan, y constatar la magnitud de la catástrofe con mis propios ojos. El P. Pepe, cmf. nos acompaña. Nos acercamos al paso de frontera, y sin los protocolos ni exigencias habituales, nos dejaron pasar (igual que a todos), como quienes saben que cualquier ayuda por poca que fuera sería importantísima en estas horas difíciles.




Nos tomó 3 horas en carro llegar de la frontera a centro de Pto Príncipe, cuando lo habitual es que se tome una hora media máximo. El tráfico terrible y el desorden vehicular cada vez mayor conforme nos acercábamos a centro de la ciudad. Una vez llegamos al centro vamos constatando lo que los MCS habían transmitido. La inmensa mayoría de los edificios de concreto parcial o totalmente derrumbados. El P. Pepe y el P. Alexis, se dejaban guiar por mi que conozco muy poco las calles de la capital. Yo confiaba en mi buen sentido de dirección para llegar hasta nuestra casa en Delmas, pero confieso que me dio temor no reconocer la ciudad en estas condiciones y sentirme por un momento largo perdido sin saber a donde dirigirnos. Estuvimos mas o menos una hora dando vueltas por la ciudad, y yo intentando reconocer las calles y luego llegar hasta nuestros hermanos, que no sabían que íbamos a verlos (no hay comunicación de internet y de celular aún). Por un momento pensé que no llegaríamos. Pero luego de varios intentos entrando y saliendo por lugares que fui reconociendo poco a poco, por fin llegamos a Delmas y encontramos nuestra casa. Una vez aparcados, toco la gran puerta de hierro verde y grito: "Anistus". Al minuto me abrió la puerta una niñita haitiana de ojos caidos que se sorprendió ver a estos hombres "blancos" llegar a la casa, como quienes venían a ofrecer la solución de sus problemas. Luego de saludarla como pude, y entrar veo al P. Anistus descansando sobre su sofá en el patio de la casa, quien al levantarse por escuchar de nuestra llegada, se alegra sobremanera.. y comienza a llorar dejando ver todos los sentimientos mezclados: dolor, frustración, confusión, alegría de vernos, gratitud... Ya luego de un fuerte abrazo, se dispuso a mostrarnos la casa. Nos indica que el P. Beauplan, cmf., ha partido a Kazal para ver cómo está todo aquello (es nuestro otro frente de misión en el campo a una hora de la capital). Inmediatamente, pasamos a ver la casa, totalmente agrietada e insegura. No resistiría otro temblor. Los nuestros están durmiendo afuera en el patio, y allí ha acogido a algunos conocidos y vecinos que han perdido todo. Ya luego fuimos a Nazon a ver lo que quedó de nuestra parroquia San Antonio María Claret, totalmente destruida. Podrán verla en las fotos que he enviado. Este gran esfuerzo de 10 años en el suelo. Aunque estamos seguros que el edificio espiritual construido en estos años con la gente de Nazon está dando muy buenos frutos en este momento. Llevo grabado en mi corazón el rostro de dos jóvenes del grupo juvenil de la parroquia, que han crecido en esta comunidad cristiana y que nos ayudaron tanto en el último operativo médico hace un mes, dándonos una sonrisa sincera, forzada y adolorida al ver su templo, lugar de tantos recuerdos que intuyo forman parte de sus breves historias de vida y llevan en su corazón. Pregunté a ellos por sus familias y afortunadamente estaban bien. El viejito que cuida el templo, quien se encontraba en ese momento dentro, en el segundo piso, se salvó de milagro… porque al caer el edificio pudo deslizarse cayendo en un lugar seguro. Son nuestra gente..., nuestra gente!




La situación en toda la ciudad sigue siendo caótica. A 48 horas del terremoto, aun no llegan las ayudas de ninguna parte, ni internacionales y mucho menos nacionales. La gente anda sin rumbo por las calles, se han improvisado en parques, terrenos, estacionamientos, gasolineras, refugios con miles de personas sin techo. Se ven muchos cadáveres en las calles, que han empezado a descomponerse, se ve a grupos de personas tratando de buscar y salvar vidas entre los escombros.




Ya, luego de nuestra corta visita (que me pareció tan larga por su intensidad) nos despedimos de Anistus (y espiritualmente de Beauplan). Les reiteré nuestra comunión, el saludo y preocupación del P. General, y de toda la Congregación en este momento. Les di una bendición. Y les indiqué que se acercaran a nuestra comunidad de Jimaní en cuanto puedan, para retomar fuerzas y continuar toda este esfuerzo de amor solidario que ahora empieza con nuestra gente de Haití.




Es todo por ahora.







P. HECTOR CUADRADO, CMF.




Superior Mayor de Antillas




P.D.




Regresamos a Jimaní. Allí hemos prometido al P. Roselio enviar toda la ayuda que recibamos tanto de la Congregación como de nuestras comunidades en Antillas para ayudar a la gente de nuestras comunidades.
Como saben, tenemos una decena de seminaristas haitianos, que aun no han sabido nada de sus familiares. Hoy tendré una reunión con ellos en el Seminario explicándoles la situación y tener un momento de oración compartida. Les he pedido que vayan ellos mismos a sus casas, en busca de sus familiares. No sabemos en absoluto qué se van a encontrar allí. Pero pido oración por estos muchachos. La situación es muy muy dura para ellos. Y aun está empezando. Estaremos en oración juntos, la comunidad formativa y nosotros para preparar y bendecir su viaje a Haití. Acompáñenos espiritualmente!!










Visita a Haiti del P. Mario Serrano S.I.,



Diretor del Centro Bonó, de Santo Domingo, República Dominicana.







15 de enero de 2010
Estimados compas,


Acabo de regresar de Haití y aprovecho para de inmediato para compartir…



Fui como parte de una comisión de una plataforma de organizaciones que desde Santo Domingo estamos coordinándonos para responder a la situación. Al llegar a la ciudad de Jimaní (sur este de Puerto Príncipe, su punto más cercano desde RD) el grupo se dividió en dos grupos: uno se encargaría de analizar y hacer contacto en esta ciudad fronteriza; el otro entraría a territorio haitiano para analizar la situación, hacer contactos y canalizar la ayuda necesaria. A mi tocó estar en esta última.



La comisión que quedó en la ciudad nos contó del despligue de ayuda que se inicia desde territorio dominicano: ambulancias, comedores económicos, atención en los hospitales, maquinarias pesadas, llegada de técnicos de diversas organizaciones. La parroquia de la ciudad está dando auxilio a los haitianos que son dados de alta del hospital. Sus salones se han convertido en centro de acogida. Se coordinó para de inmediato prestar ayuda a esta labor.



Nuestro grupo pasó temprano a la frontera. No hubo inconveniente por parte de las autoridades de ambos países. Todo se nos facilitó para poder entrar y luego salir sin ni siquiera presentar nuestros pasaportes. Desde la embajada nos confirmaron que la frontera está abierta para el de toda ayuda.



Los primeros tres poblados situados luego de la frontera no presentan casi ningún daño. Los daños aparecen ya al entrar a la zona donde está situado el noviciado (Tabare). En esta zona hay bastantes edificaciones colapsadas, no vimos presencia de muertes. Nuestro noviciado y las casas religiosas aledañas están bastante agrietadas, de tal forma que nuestros compañeros están residiendo en tiendas de campañan en el patio. Hasta entonces el noviciado no tenía contacto con las otras dos comunidades de la ciudad. Hay ausencia total de comunicación telefónica. Y no hay cobertura de internet.



Al salir de Tabaré nos dirigimos a Delmas. Allí el panorama es muy desastroso: ha habido muchas muertes, muchas casas desplomadas, un mar de gente con lo poco que le ha quedado trasladándose sobre su cabeza en busca de un lugar para residir. No hay casi transporte público. La gente se traslada a pié. Vimos muchos pequeños y grandes campamentos improvisados. Hay mucho hacinamientos. En muchos sectores ya el mal olor por los muertos que permanecen bajo los escombros se va intensificando. El alimento y el água no aparece. No hay casi negocios abiertos. Los supermercados que vimos están todos destruidos.



En esta zona están las oficinas de Caritas. La mayor parte de su personal todavía no había podido reintegrarse. La catástrofe ha tocado a todos con pérdida de vidas, lugar de residencia, heridas, ausencia de vestido y de alimentos. Ellos esperaban el apoyo de sus compañeros del exterior para esa tarde. Acordamos coordinar parte de nuestra ayuda con ellos.



Luego pudimos pasar a Canapé Vert, donde está otra comunidad. Todo el trayecto es horrible dada la presencia de tanta destrucción y la presencia de cadáveres. Nos encontramos con los PP. Kawas y Midi. Ambos están bien, no sufrieron daños físicos. La casa no colapsó pero está muy agrietada. Ellos duermen en el patio junto a varios vecinos cuyas casas están totalmente destruidas. La calle que pasa por el frente de la residencia se ha convertido en otro ejemplo de campamento de las personas que han quedado sin hogar.



El otro compañero de la comunidad, Nonó, está herido. El sismo lo agarró cuando llegaba a la casa y una pared de la casa vecina le callo sobre el callo y le ha fracturado las piernas. Lo llevaron a Ville Manrese, nuestra antigua casa de retiro ahora en manos de los padres Serviateurs. La casa ha colapsado. Nonó está en el patio junto a tantos otros damnificados compartiendo otro campamento improvisado y con gran hacinamiento y necesitado de todo. Acordamos sacarlo cuanto antes para Santo Domingo para que pueda recibir tratamiento. Roguemos para que no llueva en la ciudad durante estos días, para que la tragedia no sea mayor. Se necesitaran muchas tiendas y casas de campaña… Y con ello también inodoros…



El P. Kawas nos acompañó para ver la situación del centro de Puerto Príncipe. Les resumo que está totalmente destruido. Todos los edificios de Estado están destrozados. Esto explica el que todavía la atención gubernamental es casi inexistente. Escuelas e iglesias no vimos que haya quedado una sola levantada. La catedral totalmente destruida. En el arzobispado todavía están sacando cadáveres. Lo mismo en el Seminario Mayor… Los edificios de formación religiosa están destruidos. Visitamos algunos locales de ONGs, solo encontramos locales colapsados, cerrados y un personal afectado por la muerte de sus compañeros. Todo esto explica en gran parte el que hay todavía una muy débil reacción de la sociedad organizada. Todos están en estado de shock y padeciendo el dolor y la situación que todavía les sobrecoge.



La parte comercial es la más destruida de toda la ciudad. No hay negocios para la venta ni bancos para la obtención de dinero. Todos están colapsados. En esta zona solo podemos observar escombros, muertos y el dolor de nuestros hermanos.



El gran parque que está cercano al Palacio Nacional (destruido casi por completo) está repleto de damnificados. Es un mar de gente. Todavía no se observa logística para la alimentación de toda esta gente. Esperemos que a partir de mañana se materialice la ayuda en agua, alimento y vestido para toda esta multitud. Al final del día vimos que aumentaba el personal de ayuda humanitaria y supimos de reuniones de varios equipos de trabajo que empiezan a activarse.



Termino con algunas constataciones y sugerencias:



1. La alimentación (agua y comida no perecedera), salubridad (sepultura de los cadáveres, adquisición de lugares para las necesidades fisiológicas) y un lugar para guarecerse son necesidades que todavía esperan respuestas. Estos son puntos para la colaboración inmediata.



2. Es urgente el proveer de alimentos, agua, medicina, productos para la higiene y un techo o tienda para guarecerse.



3. Se necesita personal médico para la atención urgente.



4. La presencia de ayuda debe estar localizada fundamentalmente en la ciudad de Puerto Príncipe. El gobierno y las instancias internacionales deberán iniciar la gran intervención. A nosotros nos tocará estar presentes solidariamente, acompañar pequeñas poblaciones muy específicas (Alrededor de Villa Manresa y sectores aledaños?), canalizar ayuda para las organizaciones que tienen tiempo trabajando en el terreno, elaborar propuestas a partir de la experiencia e incidir para que las instancias estatales e internacionales realicen efectivamente su función.



5. Es importante establecerse también en Jimaní para desde allí colaborar con el servicio de acogida que desde la parroquia se está brindando.



6. Es muy importante ayudar a restablecer el tejido organizativo de la ciudad de Puerto Príncipe. El apoyo y el caminar humilde junto a las organizaciones que allí hacen vida debe formar parte de todo apoyo.



7. Sobre todo hay que hacer saber a este pueblo, a su Iglesia, su vida religiosa, sus organizaciones y nuestros amigos en el Señor, que estamos junto a ellos en este momento de dolor…



Mario.

















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