domingo, 9 de junio de 2013


FIESTAS DEL AMOR DE DIOS

 

            El pasado viernes día 7, la Iglesia celebraba la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Una fiesta que centrada en el corazón de Jesús quiere mostrar el infinito amor de Dios a todos. El corazón, para casi todos los seres humanos, es el símbolo que representa el amor que nos tenemos unos a otros; también la Iglesia ha querido utilizar ese símbolo para manifestar el amor, la ternura de Dios manifestado en el servicio, sensibilidad, misericordia y bondad de la vida de Jesús. Ese símbolo quiere que nos centremos más en el Amor de Dios que en el castigo de Dios que, a veces, ha inundado muchas páginas de la Biblia, sobre todo del antiguo Testamento y que ha desfigurado la imagen real de Dios. La imagen de Juez, caminaba junto a la imagen de Pastor, Jesús se decanta por ésta y se define así mismo como “Yo soy el buen Pastor que da su vida por las ovejas”. Un pastor que no duda en dejarlo todo para buscar la oveja perdida y que se alegra y comparte esta alegría con todos cuando la encuentra. Concentra esa búsqueda en servir, compartir y anunciar el Reino a los pequeños y sencillos y en el comer con los pecadores. La alegría del Padre y de Jesús es vernos alegres y hermanados. Por eso derrama su Espíritu y su alegría en nuestros corazones. No se lo queda, lo da todo.

          Consecuencia de ese darlo todo fue la fiesta del sábado día 8, el Inmaculado Corazón de María, donde se destacan dos características de María: por un lado la donación del Espíritu Santo, que la convierte en verdadero santuario del Amor de Dios y el corazón como centro donde María recoge todas las maravillas que capta de la acción de Dios y las medita, para poder amar y servir a las gentes con el Amor que Dios ama.

El corazón de María es el corazón de una persona humana, de una madre, que sufre cuando ve el trato a que es sometido su Hijo y que se ensancha cuando le ve feliz y resucitado. Un corazón que no lo entiende todo pero que sabe guardar y meditar porque tiene un principio básico “Dios es bueno, Dios es maravilloso, Dios nos quiere”. Desde esta manera de vivir acepta ser la Madre del Salvador, cuando se le pide y se entrega del todo a este servicio. Después se le encarga la misión de ser Madre de todos los creyentes y lo está realizando, sólo hay que ver el cariño y ternura de tantas y tantas personas que en Ella confía, que a Ella se dirigen.

          Existen en nuestra historia multitud de hombres y mujeres que han abierto su corazón al Amor de Dios, siguiendo el camino de su hijo Jesús y son para todos nosotros ejemplo de la posibilidad que tenemos de ser verdaderos hijos de Dios y reflejo de su amor en la historia concreta que nos toca vivir. ¡Seamos para todos espejo del Amor de Dios! Con humildad pidámoselo por intercesión de Jesús y la ayuda de María y tantos hombres y mujeres que así lo han vivido.

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