jueves, 5 de julio de 2012

XIV domingo del tiempo ordinario




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PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE EZEQUIEL 2, 2-5



En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía:

-- Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: “Esto dice el Señor”. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 122



NUESTROS OJOS ESTÁN EN EL SEÑOR, ESPERANDO SU MISERICORDIA.



A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores.



Como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor nuestro,

esperando su misericordia.



Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos. 



SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 12, 7b-10



Hermanos:

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de él y me ha respondido: "Te basta con mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad". Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.



ALELUYA Lc 4,18



El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres. 



EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6, 1-6



En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que le oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí?" Y desconfiaban de él. Jesús les decía:

-- No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extraño de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

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