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¡Descubierta
la partícula de higgs!
El pasado
jueves, 5 de julio, nos despertamos con la noticia de que había sido
descubierta la partícula que supuso el físico Sr. Higgs y que tan difícil le
fue de encontrar. Se jubiló sin conseguirla, pero todavía vive y muchos pudimos
ver por TV. como lloraba cuando el director General de la Organización Europea
de Investigación Nuclear (CERN), el Sr. Rolf Heuer, anunció, en una reunión de
físicos, que la partícula cuya existencia se sospechaba, había sido encontrada.
Esa
partícula era tan escurridiza que en ambientes científicos se la llamaba,
traducida del inglés, “maldita partícula”. Un editor, en su afán de ganar
dinero y pensando que con ese nombre no
vendería, la llamó “la partícula de Dios”, que como veis no tiene nada que ver
con lo que pensaron los científicos.
¿Qué es esa
partícula? Es muy complicado de definir y menos para mí que no tengo la más mínima
idea de física. He recorrido a amigos físicos y la han definido, para que yo
pueda entender como “un rumor en una reunión, que no se ve pero causa su
efecto”; si en un sitio donde hay gente, a alguien se le ocurre decir ¡fuego!,
aunque no se vea el fuego, todo el mundo se pone en movimiento. Así es la
partícula, no se ve, pero hace actuar a todas las otras formando las masas
visibles de las células, las estrellas, las constelaciones, los seres vivos,
etc. Este descubrimiento, para el que se ha necesitado construir “el acelerador
de partículas más potente del mundo”, es un nuevo punto de partida que
posibilitará grandes estudios en el origen del universo.
Al
reflexionar sobre esto me vienen a la memoria grandes aportaciones bíblicas,
entre ellas la del Génesis: “El hombre ha sido formado a imagen y semejanza de
Dios”. Desde la humildad, hemos de exclamar ¡Qué grande has hecho al hombre,
Señor! Como veis, junto a las lágrimas del Sr. Higgs por el descubrimiento,
hemos de unir nuestra acción de gracias y petición: Gracias, Señor, por el
trabajo del Sr. Higgs y sus compañeros y que este descubrimiento nos haga más
humanos.
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