viernes, 16 de marzo de 2012

Miremos a Jesús para ver a Dios.

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Mirando a Jesús, sabemos como es Dios
       



        Muchas veces hemos reflexionado y compartido que a Dios nadie lo ha visto, incluso Juan en su evangelio lo afirma: “A Dios nadie lo ha visto jamás” (1,18).  En el mismo versículo añade: “el Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer”. Hemos de entender que cuando decimos Dios, nos referimos al Padre, “al Padre nadie lo ha visto jamás”.  Al Hijo, que es Dios lo vio mucha gente en Judea y Samaría entre los años 0 y 33 de nuestra historia. Y juan añade: Jesús, el Hijo único, nos lo ha dado a conocer.  En otros momentos del mismo evangelio, Jesús afirma: “el que me ve a mi, ve al que me envió”  (Jn 12,45) y, también, “el que me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Jn 14,9) y da las razones: “Yo he venido en nombre de mi Padre” (Jn 5,43) “.. Yo he venido de Dios y he sido enviado por Él”  (Jn 8,24); también: “no he venido para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió” (Jn 6,38). Es tal la identificación de Jesús con el Padre que llega a afirmar: “el Padre y yo somos uno” (Jn 10,30).

        Los cristianos tenemos la suerte de seguir, como discípulos, al Hijo amado de Dios, persona que con su forma de ser, de vivir, de tocar a los leprosos, a los enfermos, su defensa de las mujeres maltratadas, su sentarse a la mesa con pecadores y publicanos, su pobreza (ni casa, ni cosas, ni trabajo fijo) nos ha mostrado cómo es Dios, como Dios nos quiere y lo importante que somos para Él.



        No es de extrañar  que el fragmento del evangelio de este cuarto domingo de cuaresma (Jn 3, 14-21) nos invite a mirar al Crucificado, porque en Él está la salvación. Nicodemo, un sabio del judaísmo, se presenta de noche a visitar a Jesús. La noche puede tener muchos significados, veamos:

-      La noche física, la oscuridad, porque no quiere que nadie vea que visita a Jesús.

-      La noche espiritual, no entiende, está perplejo ante los signos que hace Jesús. ¿Cómo un hombre puede hacer cosas que están reservadas a Dios?

-      La noche del mal, aquel que quiere vivir en la oscuridad porque no quiere reconocer la verdad, ni la luz que pude liberarle.

        Nicodemo no salió defraudado del encuentro con Jesús, no hizo un viaje en balde. Jesús, para resolver sus dudas y después de decirle que el Hijo del hombre (equivalente al Mesías) iba a morir en una cruz, recurre al viejo recuerdo de una serpiente de bronce, elevada en el desierto sobre un mástil, que sorprendentemente salvó de morir a muchos israelitas (Núm 21, 6-7).  Los israelitas saben que no fueron salvados por ese objeto, como por arte de magia, sino “por Ti, salvador universal”, como manifiesta el Libro de la Sabiduría (16,7).

        El Hijo del hombre, ha de ser levantado en la Cruz, rechazado por todos, y exaltado en la resurrección y glorificación, expresión del amor del Padre hacia Jesús y hacia todos sus hijos. Para que todos descubriéramos y aceptáramos que el amor de Jesús, su vida, su entrega son la norma y el ejemplo para que el ser humano alcance su plenitud.

        Creer es dar respuesta al inmenso amor de Dios, manifestado en Cristo-Jesús. La fe supone acoger ese amor que nos salva y al Amante que lo practica (sus gestos, sus palabras, actitudes,..ejemplo de vida y de muerte) y seguirle, hacernos sus discípulos y vivir como tales, porque nos dará la vida eterna.  Esta es la luz que ilumina el sentido de nuestro vivir.

        Descubrir en la vida y acción de Jesús que Dios nos ama y que nunca castiga nuestros errores es un gran qué. El centro de nuestra fe es que Dios, en Jesús y por Jesús, crea, libera y salva a toda la humanidad. “Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”  (Jn 3,19). Tenemos libertad para acoger a ese Dios y trabajar junto a Él como hijos, o rechazarlo. Nadie nos fuerza. Dios es gratuito. Pero nadie puede eliminar la realidad “La Luz ya ha venido al mundo”   y fue crucificada. Pero el Padre la devolvió resucitada.

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