domingo, 27 de febrero de 2011

En el mundo están pasndo cosas importantes.

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En los países del otro lado del Mediterráneo están pasando cosas importantes; las gentes se han levantado. Esas gentes que tanto han padecido con dictadores egocéntricos que han robado a sus súbditos su dignidad, su libertad, sus derechos fundamentales, que los han mantenido en la miseria, que les han obligado a emigrar, con ello perdían a los más capaces y a nosotros nos ocasionaban un problema de acogida, de culturas diferentes, de difícil aceptación. Todo caía sobre seres humanos que no tenían otro capital que su trabajo y su dignidad.
Todos sabemos, aunque nos quieran vender otra película, que para llegar a esta situación actual donde dos dictadores han tenido que marchar y otro va por el mismo camino: Túnez, Egipto, Libia, las luchas vienen de lejos. Fundamentalmente han sido los obreros los que han mantenido esta lucha desde hace muchos años: ¿cuántos en las cárceles?, ¿cuántos han desaparecido?, ¿cuántos han perdido su trabajo?, ¿cuántos han tenido que ir al exilio?, ¿cuántos han visto sus familias amenazadas?, ¿cuántos han muerto en estos años?. La Revolución es fruto de muchos años de sembrar la semilla de la dignidad, de la igualdad, de la libertad. Jesús decía: “si el grano de trigo cuando cae a tierra no muere, no puede dar fruto”. Eso han hecho muchos y muchos obreros. La dignidad se ha ido cuidando y cultivando a través de las huelgas, las manifestaciones, las acciones sindicales, del riesgo de sus vidas, muchos han quedado en el camino: han muerto, están en la cárcel, el exilio o, algunos se han cansado. Pero ese cultivo de la dignidad, de la libertad y la defensa de los derechos básicos ha empezado a dar su fruto: parte del ejército se ha puesto al lado del pueblo, la mayoría de los soldados son hijos o hermanos de los que llenaban las calles; ¿cómo podían defender a su jefe cuando estaba oprimiendo a sus hermanos?. Las noticias que llegan de Libia nos hacen ver que es igual aunque el dictador dispara contra el pueblo, utiliza los aviones que le han vendido los jefes demócratas de Europa y América a cambio de petróleo. Los que disparan, parece ser, son mercenarios, gente alquilada para matar, gente sin escrúpulos, gente que utiliza el arma para ganar dinero. Parece ser que muchos militares libios, tampoco acatan órdenes del dictador, han desertado, han destruido aviones o han abandonado tanques y cañones.
Nos han vendido que han sido los jóvenes quienes, a través de Internet o de mensajes en los móviles, han conseguido el levantamiento y la revolución. Había jóvenes, pero en esos países no hay tantos ordenadores y móviles como para movilizar a millones de personas. ¿Por qué se pone el acento en los jóvenes y no en la lucha histórica del mundo obrero? ¿No será que interesa decir que para hacer la revolución se ha de estar al día en tecnología? ¿No será, una vez más, que el capital quiere ponerse los laureles de la revolución?
Nadie podrá negar que han participado jóvenes preparados y que han utilizado los instrumentos tecnológicos para convocar y animar, pero ¿por qué se olvidan los núcleos originarios y constantes de la lucha contra el dictador? ¿No será que nos quieren decir que esas actitudes, esos compromisos, esas luchas han pasado a la historia y ya no son necesarias, que con los simples aparatitos se consigue más?
No nos pueden engañar: ¿quién ha formado las conciencias?, ¿quién ha dado su vida?, ¿quién ha ido a la cárcel, quien ha tenido que exiliarse, quién …? ¿No será que tienen miedo?
¿Quizás quieren marginar a toda esa fuerza humana en la construcción del futuro del país? ¿No será que los cañoneros lo que quieren es apoderarse de la mejor tajada y dejar a la mayoría como está o peor? ¿Qué lugar ocuparán en los nuevos gobiernos los sufridores de siempre? ¿Alguien gobernará para la igualdad de oportunidades donde lo importante sea la honestidad de la persona y no su dinero?
Jesús nos está dando lecciones constantes de cómo quiere que actuemos los suyos. ¿Qué nos dice en estos momentos? ¿Cómo los hemos de vivir?
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