domingo, 2 de febrero de 2014


Parròquia de Sant Miquel Arcàngel de Cornellà de Llobregat (Arzobispado de Barcelona (Catalunya- España).

El Consejo parroquial, formado por 11 miembros y el párroco, valoran como muy positivo que el Papa Francisco haya querido abrir las preguntas a todos los fieles católicos. No podíamos negarnos a dar respuesta a las preguntas. No responderemos a todas porque de muchas no sabemos qué decir. Nuestra aportación quizás será pobre pero es la respuesta de hombres y mujeres cristianas que en sus familias sufren situaciones como las que se preguntan. Por eso queremos hacer llegar nuestra voz. Responderemos por apartados. 

Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización
1.- Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia sobre la familia:
        Nuestro conocimiento es muy poco, no hemos sentido como propios los documentos del magisterio, la vida nos obligaba a ser más misericordiosos y a sufrir. La Humane Vitae, aunque nos duela, está muy alejada de la práctica de nuestros hijos. Actúan como si no existiera.
        Dentro de nuestra sencillez, tampoco hemos encontrado en la Escritura aquellas palabras que nos ayudaran a vivir como creyentes, se han utilizado frases y dichos de Jesús para justificar afirmaciones previas.
2.- Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural:
        En este apartado no nos atrevemos a responder nada.
3.- La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización
Durante años se ha trabajado mucho la pastoral de preparación al matrimonio, es un bien adquirido en nuestra parroquia, todos quedan muy contentos, compartimos ideales, se hacen promesas de continuidad, pero en 30 años, nadie continúa. Los grupos de preparación, en años pasado han sido muy numerosos, ahora con la caída de los matrimonios, el encuentro puede ser más personalizado, pero tampoco da sus frutos. Se ha de revisar, nuestra sociedad ha cambiado mucho y no sabemos cómo trabajarlo. Los jóvenes no cuentan con la parroquia como su familia.
        Deberíamos trabajar y animar más con los matrimonios que han sido testigos de amor y fidelidad, descubrir en ellos la fe y descubrir sus signos; estos valen más que las palabras. Se habla mucho de rupturas, pero hay más fidelidad y amor responsable, sacrificado, feliz.
4.- Sobre la pastoral para afrontar situaciones matrimoniales difíciles
La pastoral debe valorar y escuchar la vivencia y actuación de padres y abuelos que toda la vida han luchado para mantener su matrimonio, con muchas renuncias y a veces sufrimiento, aprendiendo a compartir y dedicadas  a los hijos, en quienes tienen puesta su esperanza y felicidad. En poco tiempo todo se hizo añicos, muchas lagrimas, mucho dolor, porque no estaban preparados para comprender a hijos casados, separados o divorciados y vueltos a casar, con hijos de otra pareja que aprenden a convivir y a quererse por encima de los vínculos de sangre; hijos homosexuales casados y con hijos adoptados, por los que se sacrifican y que crecen felices…, hijos adoptados o acogidos que son queridos y cuidados igual que los naturales). Estos padres y madres, abuelas y abuelos han sabido cambiar sus esquemas tradicionales para continuar amando a sus hijos, la misericordia y la bondad se ha puesto de manifiesto. La misericordia que tanto predica el papa Francisco y que tanto nos está llegando a los corazones, muchos padres las llevan practicando hace años, ante las situaciones nuevas e impensables. Ellos quieren lo mejor para sus hijos/as y en función de ellos cambian esquemas, actitudes, situaciones que a veces no entienden pero que aman y sirven, porque les quieren mucho. Creemos que la Iglesia debería de ser como estos padres y no ser tan dura y menos, ante situaciones tan complicadas y dolorosas, actuar con el Derecho Canónico por delante e imposibilitando la plena comunión en la Iglesia. Nos podemos equivocar y no podemos condenar por vida un error, hemos de abrir caminos de rectificación y posibilitar la felicidad y que la Iglesia no aparezca como la enemiga, sino como la Madre, que sufre, que perdona y acepta y, como los padres, ayuda, colabora, sirve para cicatrizar heridas.
 5.- Sobre las uniones con personas del mismo sexo
Todavía, entre nosotros, hay mucho silencio al respecto, mucho tabú. En nuestras casas, o entre nuestras familias, o entre los vecinos hay homosexuales y son buenas personas, algunos creyentes que no se acercan a la Iglesia porque piensan que tienen las puertas cerradas, porque se les considerar viciosos, enfermos, o cosas por el estilo. La Iglesia debería abrir su corazón a estas personas, jamás condenarlas de antemano, escucharlas y conocerlas, saber que esperan de las comunidades y luego hacer planes, pero nunca al margen de ellos. Se ha de contar con los que sufren y estas personas sufren.
Nuestra sociedad democrática los mal acepta, aunque permite el matrimonio entre ellos, no es un escándalo como podía ser hace unos años. Se ha visto que son parejas que hacen su vida, y que muchos son felices. Hace falta que todos los que han dejado la Iglesia, por la dureza expresada, puedan descubrir que los miembros de la iglesia también les queremos y pueden convivir y celebrar con nosotros. Esta es una decisión que rogamos a Dios que algún día sea posible. La cruz para estos colectivos es muy dura y la mayoría están bautizados. Si Dios es Amor, ¿no les habrá dado a ellos a beber de su fuente?
6.- Sobre la educación de los hijos en situaciones matrimoniales irregulares:
        No creemos que, dada la situación que vivimos en la actualidad, haya mucha diferencia en la educación entre parejas normales e “irregulares, a la hora de educar a sus hijos. Una vida de familia donde el respeto, el dialogo, el amor, el cariño, el mutuo servicio, el sacrificio y los valores de la educación se pueden dar por igual, tanto positivamente como negativa, en unas familias o en otras. Nuestras escuelas cristianas deberían estar libres de condicionamientos para poder admitir en sus aulas tanto a unos hijos como a otros, son niños y no podemos tener la misma actitud de los escribas y fariseos, castigar a los hijos por el pecado de sus padres.
Puede haber familias irregulares que sean un desastre, es cierto; pero también hay familias bendecidas con el sacramento del matrimonio y con los papeles en regla que son un nido de violencia e inhumanidad y que no educan a sus hijos en los valores del Evangelio. Y lo mismo podríamos aplicar a las parejas que no se han casado o lo han hecho por lo civil y a las familias del mismo sexo.
Si hemos de ser evangelizadores con espíritu, lo primero que hemos de hacer es tener el corazón de Cristo, amar, servir, cuidar, rezar por ellos y, si es preciso, dar la vida. Son, también, nuestros hermanos e hijos queridos de Dios como nosotros. ¿Por qué tanta dureza con ellos y tanta tolerancia con los que han recibido el sacramento del matrimonio y son inhumanos en forma y vida?

7.- Sobre la apertura de los esposos a la vida:
Todos están abiertos a la vida, pero no todos pueden tener tantos hijos, ponemos frenos a los anticonceptivos y nos lavamos las manos ante la pobreza y la miseria. Parece que los documentos están hechos por personas que viven en otro mundo, que no tienen familia. Creemos que una lucha constante de Jesús fue contra la organización de su sociedad y contra la religión porque destruían al Dios verdadero, al Dios padre de todos los hombres. Los matrimonios, como los curas y obispos, también son egoístas, o hay momentos de egoísmo. Unos y otros nos hemos de ayudar a la conversión. A esta no se ayuda con amenazas y condenas. Hemos de tratar a nuestros creyentes como adultos, asumir su libertad y responsabilidad y ayudarnos a escuchar al Espíritu y seguir el camino de Jesús, conocerle, trabajar en familia y en las comunidades más el Evangelio. Será más constructivo todos esto que la condena desde el desconocimiento personal y la insensibilidad.
Por otro lado es urgente revisar la idea de que la sexualidad es sólo válida si da como resultado una nueva vida. La sexualidad es un don de Dios que forma parte del ser humano y contribuye a su plenitud. La apertura a la vida de los esposos puede darse y se da de múltiples formas. Es cierto que algunas parejas se cierran a tener hijos, pero hay también muchísimos que hacen grandes esfuerzos por tenerlos. Por otra parte, los matrimonios que, por diversas causas -no siempre por voluntad- no tienen hijos pueden ser y son matrimonios abiertos a la vida. ¡Cuántos casos se dan entre nosotros de adopciones! La fecundidad no es sólo física; la plenitud que procede de la vida de pareja, en la que la sexualidad es un elemento fundamental y no solo un medio para procrear, se expande de múltiples formas en bien de los demás, de la sociedad.




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