sábado, 11 de enero de 2014


EL BAUTISMO

En el credo de Nicea o credo largo, afirmamos: “Creo en un solo bautismo para el perdón de los pecados”. Se trata de la única referencia explícita a un Sacramento en el interior del Credo. Solo se habla del Bautismo allí. En efecto el Bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana. Jesús Resucitado dejó a los Apóstoles esta consigna: «Id por todo el mundo, anunciando la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará” (Mc 16, 15-16) La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los pecados a través del sacramento bautismal. Pero volvamos al Credo. La expresión se puede dividir en tres puntos: “creo”, “un solo bautismo”, “para la remisión de los pecados”.

 
1.- «Creo». ¿Qué quiere decir creo? Es un término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir del Bautismo. En efecto, pronunciando estas palabras nosotros afirmamos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios. El Bautismo es, en un cierto sentido, la tarjeta de identidad del cristiano, su acta de nacimiento a la Iglesia. Todos sabemos qué día nacimos ¿verdad? Todos celebramos el cumpleaños. Pero ¿Quién se acuerda de la fecha en que fue bautizado? ¡Pocos, o nadie! ¿No nos da que pensar de la poca importancia que damos a nuestro bautismo? Un compromiso para esta semana será buscar el día de nuestro bautismo, día que nacimos como cristianos. Y darle gracias al Señor porque nos ha abierto la puerta de la Iglesia, el día en el que fuimos bautizados. ¡Busquémoslo!

 
2. Segundo elemento: «un solo bautismo». Esta expresión recuerda aquella de San Pablo “hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Ef 4,5). La palabra “bautismo” significa literalmente “inmersión”, y, de hecho, este Sacramento constituye una verdadera inmersión espiritual… ¿Dónde? ¿En la piscina? ¡No! En la muerte de Cristo. El Bautismo es exactamente una inmersión espiritual en la muerte de Cristo de la cual se resurge con Él como nueva criatura (cfr. Rm 6,4). Se trata de un baño de regeneración y de iluminación. Regeneración porque se realiza este nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual nadie puede entrar en el Reino de los Cielos (cfr. Jn 3,5). Iluminación porque, a través del Bautismo, la persona humana se colma de la gracia de Cristo, “luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9) y destruye las tinieblas del pecado. Por esto en la ceremonia del Bautismo los padres reciben la Luz de Cristo, el cirio encendido para simbolizar esta iluminación. El Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús. Y nos convierte en  “luz” para los hermanos, especialmente para los que están en las tinieblas y no ven la luz en el horizonte de sus vidas.

Preguntémonos: ¿Por qué el Bautismo es tan poco significativo para mí y mi familia?, ¿no es una pena que desperdicie todo lo que Dios ha “invertido” en mi? Hoy que nos sentimos perdidos ante tantos interrogantes y débiles por las pocas soluciones ¿no deberíamos valorar la fuerza interior que nos da Cristo? Porque el Bautismo da fuerzas y con el Bautismo ¿te sientes un poco iluminado, iluminada con la luz que viene de Cristo? ¿eres un hombre o una mujer de luz? O ¿eres un hombre, una mujer oscuros, sin la luz de Jesús?. Pensad en esto. Tomar la gracia del Bautismo, que es un regalo, es una luz para mí y para todos.


3. Finalmente, un breve apunte sobre el tercer elemento: «para la remisión de los pecados». Recordemos: profeso un solo bautismo para el perdón de los pecados. En el sacramento del Bautismo se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que participa ya de la belleza y de la bondad del Reino de los cielos. Se trata de una intervención potente de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad; todos somos débiles y todos somos pecadores ¡y no nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos! Y esto es hermoso: yo no me puedo bautizar dos veces, tres veces, cuatro veces, pero sí puedo ir a la confesión, y cada vez que me confieso, renuevo la gracia del bautismo, es como si yo hiciera un segundo bautismo.  La misericordia del Señor es infinita. ¡Debemos contar con Él!


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