domingo, 7 de julio de 2013

No tengáis miedo, ¿Poneos en camino!


NO TENGÁIS MIEDO, ¡PONEOS EN CAMINO! 

 

       Mientras que en los últimos años el papado nos parecía lejano, nada a discutir, excepto su difícil comunicación que distanciaba a las gentes de sus escritos y expresiones, porque su lenguaje era complicado y, a veces, ambiguo; el actual papa es todo lo contrario sus palabras se entienden y sus gestos son significativos; la consecuencia es que las gentes lo esamos sintiendo como de la familia y sus palabras son escuchadas y valoradas muy positivamente, también sus gestos. 

         En el evangelio de este domingo (Lc 10, 1-2. 17-20) Jesús potencia la misión de todos y cada uno de los discípulos. Están aprendiendo: les envía de dos en dos y les da instrucciones: Ir delante, yo iré detrás de vosotros; los motiva diciendo: “la mies es abundante, los obreros son pocos”. Es como si les dijera ¡tranquilos, hay personas que os esperan y escucharán! Combate todo tipo de protagonismo: “Rogad, al dueño de la mies que mande más obreros a su mies”, no sois, ni seréis los únicos, debéis saber compartir, dialogar, rezar los unos por los otros. No se olvida de  la oposición que encontrarán: “Mirad que os envío como corderos en medio de lobos”. Y los recomienda pobreza y sencillez, la misma que veíamos en Él la semana pasada, si “el Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza”, vosotros “no llevéis talega, ni alforja, ni sandalias” y, finalmente, los da el mensaje a llevar “Paz a esta casa”. Los discípulos no nos hemos de mover por la violencia, la eliminación del distinto, aunque si es preciso se ha de manifestar la protesta cuando se rechace a los enviados y su mensaje. “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a nuestros pies, nos lo sacudimos ante vosotros”. Tanto si el ambiente es propicio, como si hostil lo que no hemos de olvidar es el mensaje: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”  Y ¿qué o quién es el Reino de Dios? La respuesta es sencilla: es Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, que viene detrás de vosotros, nosotros sólo preparamos su camino.

         El Papa Francisco, de quien hablábamos al inicio, está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedo e intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí donde hombres y mujeres de hoy sufren, gozan, luchan y trabajan.

         Con su lenguaje claro y conciso, el Papa nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una iglesia que se asfixia en una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; o “prefiero mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”

         La consigna del Papa Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás” Y, ¿Cuál es la razón? “Salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”. Quiere llevar a la Iglesia hacia una renovación evangélica profunda. Sabe que no es fácil y por eso advierte “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo  control, si somos nosotros los que programamos, construimos y planificamos nuestra vida según nuestros esquemas, seguridades y gustos.”

         Francisco, tal y como se expresa parece que, no tiene miedo a la novedad de Dios. En la fiesta de Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos años: “¿Estamos decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta?”

         A muchos estas expresiones de Papa y lo que supondrán nos llenan de alegría. Releamos el Evangelio y hagamos caso al “¡Poneos en camino!”  de Jesús.

 

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