La Palabra da fruto.
Estos
días estudiando el Ev. según san Marcos nos hemos encontrado con la parábola
del Sembrador (Mc. 4, 1-9) y la explicación que Jesús hace a sus discípulos (Mc
4, 13-20). Os recomiendo a todos la lectura y meditación porque la necesitamos
entender y, después, actuar, en estos momentos que surge un clamor de necesidad
de evangelización. Jesús nos da pistas:
1.-
Jesús es el sembrador y la semilla sembrada es la Palabra. Palabra que es
comunión con Dios, palabra que nos descubre como hijos, palabra que acogida nos
descubre la misericordia y la bondad de Dios; Palabra que nos hace Palabra,
esta es su meta.
2.-
Esta palabra es sembrada a manos llenas, para que llegue a todos, Jesús, en
nombre del Padre, siembra para que llegue a todas la vidas en cada momento de
la historia. Llega a los caminos,
tierra dura e impenetrable, a los terrenos rocosos donde es difícil echar
raíces, entre los zarzales y abrojos que la ahogarán y en tierra buena donde da
fruto.
3.- Los
caminos, fueron el pueblo judío, sus autoridades religiosas que, no sólo no
acogen, sino que matan a quien es la Palabra. Son todos aquellos corazones que
no quieren saber nada porque ya la odian, en ellos no puede crecer porque se la
quitan de encima. Hoy también se da, pero conociendo a Jesús no hemos de perder
la calma, ni el optimismo, algún día caerán del caballo. La que cae en terreno
pedregoso, es palabra acogida con alegría, pero que no se la deja echar raíces,
enseguida se seca. Es la vida de los inconstantes, pienso en los niños de la
catequesis, la gran mayoría la viven con alegría, al final de curso dicen que
continuarán, pero llega septiembre y sus padres la dejan secar, los avatares de
la vida, les lleva a otras cosas “más importantes”. Los que crecen entre
abrojos o zarzas, son aquellos que han acogido la palabra pero otros intereses
mayores la asfixian: el dinero, la riqueza, el poder, el placer, son esas
espinas que se clavan y la matan. Los que la acogen y cuidan, son las personas
que permanecen, que oran, que trabajan el evangelio, que se reúnen en comunidad
para celebrar y dar gracias, que lo que descubren en el evangelio se lo creen y
lo ponen en práctica. Son aquellos que la Palabra es lo primero y todo lo otro
queda iluminado por ella. Estos dan fruto y el fruto es ser Palabra para otros,
para muchos y quienes la oyen y la aceptan, también se convierten en Palabra y
así se va produciendo una gran multiplicación. Empezamos con Jesús hace 2000
años, hoy somos casi 2000 millones pero muchos hemos secuestrado la Palabra, no
la comunicamos, ni vivimos de ella, estamos en todas esas fases que Jesús nos
ha explicado. La evangelización nos pide conversión, cambiar para ser buena
tierra de acogida que siempre dará fruto, es decir la Palabra. Mejor, dará a
Jesucristo presente porque esos pueden
confesar con Pablo: “Ya no soy yo quien vive en mí, sino Cristo Jesús” (Gál.
2,20). ¡Ánimo!
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