Parròquia de Sant
Miquel Arcàngel de Cornellà de Llobregat (Arzobispado de Barcelona (Catalunya-
España).
El Consejo
parroquial, formado por 11
miembros y el párroco, valoran como muy positivo que el Papa Francisco haya
querido abrir las preguntas a todos los fieles católicos. No podíamos negarnos
a dar respuesta a las preguntas. No responderemos a todas porque de muchas no
sabemos qué decir. Nuestra aportación quizás será pobre pero es la respuesta de
hombres y mujeres cristianas que en sus familias sufren situaciones como las
que se preguntan. Por eso queremos hacer llegar nuestra voz. Responderemos por
apartados.
Los desafíos
pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización
1.- Sobre la
difusión de la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia sobre la
familia:
Nuestro conocimiento es muy
poco, no hemos sentido como propios los documentos del magisterio, la vida nos
obligaba a ser más misericordiosos y a sufrir. La Humane Vitae, aunque nos
duela, está muy alejada de la práctica de nuestros hijos. Actúan como si no
existiera.
Dentro de nuestra sencillez,
tampoco hemos encontrado en la Escritura aquellas palabras que nos ayudaran a
vivir como creyentes, se han utilizado frases y dichos de Jesús para justificar
afirmaciones previas.
2.- Sobre el matrimonio
de acuerdo con la ley natural:
En
este apartado no nos atrevemos a responder nada.
3.- La pastoral de
la familia en el contexto de la evangelización
Durante años se ha
trabajado mucho la pastoral de preparación al matrimonio, es un bien adquirido
en nuestra parroquia, todos quedan muy contentos, compartimos ideales, se hacen
promesas de continuidad, pero en 30 años, nadie continúa. Los grupos de
preparación, en años pasado han sido muy numerosos, ahora con la caída de los
matrimonios, el encuentro puede ser más personalizado, pero tampoco da sus
frutos. Se ha de revisar, nuestra sociedad ha cambiado mucho y no sabemos cómo
trabajarlo. Los jóvenes no cuentan con la parroquia como su familia.
Deberíamos
trabajar y animar más con los matrimonios que han sido testigos de amor y
fidelidad, descubrir en ellos la fe y descubrir sus signos; estos valen más que
las palabras. Se habla mucho de rupturas, pero hay más fidelidad y amor
responsable, sacrificado, feliz.
4.- Sobre la pastoral
para afrontar situaciones matrimoniales difíciles
La pastoral debe valorar y escuchar la vivencia y actuación de padres
y abuelos que toda la vida han luchado para mantener su matrimonio, con muchas
renuncias y a veces sufrimiento, aprendiendo a compartir y dedicadas a los hijos, en quienes tienen puesta su
esperanza y felicidad. En poco tiempo todo se hizo añicos, muchas lagrimas,
mucho dolor, porque no estaban preparados para comprender a hijos casados,
separados o divorciados y vueltos a casar, con hijos de otra pareja que
aprenden a convivir y a quererse por encima de los vínculos de sangre; hijos
homosexuales casados y con hijos adoptados, por los que se sacrifican y que
crecen felices…, hijos adoptados o acogidos que son queridos y cuidados igual
que los naturales). Estos padres y madres, abuelas y abuelos han sabido cambiar
sus esquemas tradicionales para continuar amando a sus hijos, la misericordia y
la bondad se ha puesto de manifiesto. La misericordia que tanto predica el papa
Francisco y que tanto nos está llegando a los corazones, muchos padres las
llevan practicando hace años, ante las situaciones nuevas e impensables. Ellos
quieren lo mejor para sus hijos/as y en función de ellos cambian esquemas,
actitudes, situaciones que a veces no entienden pero que aman y sirven, porque
les quieren mucho. Creemos que la Iglesia debería de ser como estos padres y no
ser tan dura y menos, ante situaciones tan complicadas y dolorosas, actuar con
el Derecho Canónico por delante e imposibilitando la plena comunión en la
Iglesia. Nos podemos equivocar y no podemos condenar por vida un error, hemos
de abrir caminos de rectificación y posibilitar la felicidad y que la Iglesia
no aparezca como la enemiga, sino como la Madre, que sufre, que perdona y
acepta y, como los padres, ayuda, colabora, sirve para cicatrizar heridas.
5.- Sobre las uniones con
personas del mismo sexo
Todavía, entre nosotros, hay mucho silencio al respecto, mucho tabú.
En nuestras casas, o entre nuestras familias, o entre los vecinos hay
homosexuales y son buenas personas, algunos creyentes que no se acercan a la
Iglesia porque piensan que tienen las puertas cerradas, porque se les
considerar viciosos, enfermos, o cosas por el estilo. La Iglesia debería abrir
su corazón a estas personas, jamás condenarlas de antemano, escucharlas y
conocerlas, saber que esperan de las comunidades y luego hacer planes, pero
nunca al margen de ellos. Se ha de contar con los que sufren y estas personas
sufren.
Nuestra sociedad democrática los mal acepta, aunque permite el matrimonio
entre ellos, no es un escándalo como podía ser hace unos años. Se ha visto que
son parejas que hacen su vida, y que muchos son felices. Hace falta que todos
los que han dejado la Iglesia, por la dureza expresada, puedan descubrir que
los miembros de la iglesia también les queremos y pueden convivir y celebrar
con nosotros. Esta es una decisión que rogamos a Dios que algún día sea
posible. La cruz para estos colectivos es muy dura y la mayoría están
bautizados. Si Dios es Amor, ¿no les habrá dado a ellos a beber de su fuente?
6.- Sobre la educación
de los hijos en situaciones matrimoniales irregulares:
No creemos que, dada la situación que vivimos
en la actualidad, haya mucha diferencia en la educación entre parejas normales
e “irregulares, a la hora de educar a sus hijos. Una vida de familia donde el
respeto, el dialogo, el amor, el cariño, el mutuo servicio, el sacrificio y los
valores de la educación se pueden dar por igual, tanto positivamente como
negativa, en unas familias o en otras. Nuestras escuelas cristianas deberían
estar libres de condicionamientos para poder admitir en sus aulas tanto a unos
hijos como a otros, son niños y no podemos tener la misma actitud de los
escribas y fariseos, castigar a los hijos por el pecado de sus padres.
Puede haber familias irregulares que sean un desastre, es cierto; pero
también hay familias bendecidas con el sacramento del matrimonio y con los
papeles en regla que son un nido de violencia e inhumanidad y que no educan a
sus hijos en los valores del Evangelio. Y lo mismo podríamos aplicar a las
parejas que no se han casado o lo han hecho por lo civil y a las familias del
mismo sexo.
Si hemos de ser evangelizadores con espíritu, lo primero que hemos de
hacer es tener el corazón de Cristo, amar, servir, cuidar, rezar por ellos y,
si es preciso, dar la vida. Son, también, nuestros hermanos e hijos queridos de
Dios como nosotros. ¿Por qué tanta dureza con ellos y tanta tolerancia con los
que han recibido el sacramento del matrimonio y son inhumanos en forma y vida?
7.- Sobre la
apertura de los esposos a la vida:
Todos están abiertos a la vida, pero no todos pueden tener tantos
hijos, ponemos frenos a los anticonceptivos y nos lavamos las manos ante la
pobreza y la miseria. Parece que los documentos están hechos por personas que
viven en otro mundo, que no tienen familia. Creemos que una lucha constante de
Jesús fue contra la organización de su sociedad y contra la religión porque
destruían al Dios verdadero, al Dios padre de todos los hombres. Los
matrimonios, como los curas y obispos, también son egoístas, o hay momentos de
egoísmo. Unos y otros nos hemos de ayudar a la conversión. A esta no se ayuda
con amenazas y condenas. Hemos de tratar a nuestros creyentes como adultos,
asumir su libertad y responsabilidad y ayudarnos a escuchar al Espíritu y
seguir el camino de Jesús, conocerle, trabajar en familia y en las comunidades
más el Evangelio. Será más constructivo todos esto que la condena desde el
desconocimiento personal y la insensibilidad.
Por otro lado es urgente revisar la idea de que la sexualidad es sólo
válida si da como resultado una nueva vida. La sexualidad es un don de Dios que
forma parte del ser humano y contribuye a su plenitud. La apertura a la vida de
los esposos puede darse y se da de múltiples formas. Es cierto que algunas
parejas se cierran a tener hijos, pero hay también muchísimos que hacen grandes
esfuerzos por tenerlos. Por otra parte, los matrimonios que, por diversas
causas -no siempre por voluntad- no tienen hijos pueden ser y son matrimonios
abiertos a la vida. ¡Cuántos casos se dan entre nosotros de adopciones! La
fecundidad no es sólo física; la plenitud que procede de la vida de pareja, en
la que la sexualidad es un elemento fundamental y no solo un medio para
procrear, se expande de múltiples formas en bien de los demás, de la sociedad.
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