NO TENGÁIS MIEDO, ¡PONEOS EN CAMINO!
Mientras
que en los últimos años el papado nos parecía lejano, nada a discutir, excepto
su difícil comunicación que distanciaba a las gentes de sus escritos y
expresiones, porque su lenguaje era complicado y, a veces, ambiguo; el actual
papa es todo lo contrario sus palabras se entienden y sus gestos son
significativos; la consecuencia es que las gentes lo esamos sintiendo como de
la familia y sus palabras son escuchadas y valoradas muy positivamente, también
sus gestos.
En el evangelio de este domingo (Lc 10,
1-2. 17-20) Jesús potencia la misión de todos y cada uno de los discípulos. Están
aprendiendo: les envía de dos en dos y les da instrucciones: Ir delante, yo iré
detrás de vosotros; los motiva diciendo: “la mies es abundante, los obreros son
pocos”. Es como si les dijera ¡tranquilos, hay personas que os esperan y
escucharán! Combate todo tipo de protagonismo: “Rogad, al dueño de la mies que
mande más obreros a su mies”, no sois, ni seréis los únicos, debéis saber
compartir, dialogar, rezar los unos por los otros. No se olvida de la oposición que encontrarán: “Mirad que os
envío como corderos en medio de lobos”. Y los recomienda pobreza y sencillez,
la misma que veíamos en Él la semana pasada, si “el Hijo del Hombre no tiene
donde reposar la cabeza”, vosotros “no llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias” y, finalmente, los da el mensaje a llevar “Paz a esta casa”. Los
discípulos no nos hemos de mover por la violencia, la eliminación del distinto,
aunque si es preciso se ha de manifestar la protesta cuando se rechace a los
enviados y su mensaje. “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado
a nuestros pies, nos lo sacudimos ante vosotros”. Tanto si el ambiente es
propicio, como si hostil lo que no hemos de olvidar es el mensaje: “Está cerca
de vosotros el Reino de Dios” Y ¿qué o
quién es el Reino de Dios? La respuesta es sencilla: es Jesús de Nazaret, el
Hijo de Dios, que viene detrás de vosotros, nosotros sólo preparamos su camino.
El Papa Francisco, de quien hablábamos
al inicio, está llamando a la Iglesia a salir de sí misma olvidando miedo e
intereses propios, para ponerse en contacto con la vida real de las gentes y
hacer presente el Evangelio allí donde hombres y mujeres de hoy sufren, gozan,
luchan y trabajan.
Con su lenguaje claro y conciso, el
Papa nos está abriendo los ojos para advertirnos del riesgo de una iglesia que
se asfixia en una actitud autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se
enferma”; o “prefiero mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma
por encerrarse en sí misma”
La consigna del Papa Francisco es
clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del
Evangelio y a encontrarse con los demás” Y, ¿Cuál es la razón? “Salgamos de
nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”. Quiere llevar a la Iglesia hacia
una renovación evangélica profunda. Sabe que no es fácil y por eso advierte “La
novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros, si
tenemos todo bajo control, si somos
nosotros los que programamos, construimos y planificamos nuestra vida según
nuestros esquemas, seguridades y gustos.”
Francisco, tal y como se expresa parece
que, no tiene miedo a la novedad de Dios. En la fiesta de Pentecostés ha
formulado a toda la Iglesia una pregunta decisiva a la que tendremos que ir
respondiendo en los próximos años: “¿Estamos
decididos a recorrer caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos
atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de
respuesta?”
A muchos estas expresiones de Papa y lo
que supondrán nos llenan de alegría. Releamos el Evangelio y hagamos caso al “¡Poneos
en camino!” de Jesús.
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