EL BAUTISMO
En el credo de Nicea o credo largo, afirmamos: “Creo en un solo
bautismo para el perdón de los pecados”. Se trata de la única referencia
explícita a un Sacramento en el interior del Credo. Solo se habla del Bautismo
allí. En efecto el Bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana.
Jesús Resucitado dejó a los Apóstoles esta consigna: «Id por todo el mundo,
anunciando la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se
salvará” (Mc 16, 15-16) La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los
pecados a través del sacramento bautismal. Pero volvamos al Credo. La expresión
se puede dividir en tres puntos: “creo”, “un solo bautismo”, “para la remisión
de los pecados”.
Preguntémonos: ¿Por qué el Bautismo es tan
poco significativo para mí y mi familia?, ¿no es una pena que desperdicie todo
lo que Dios ha “invertido” en mi? Hoy que nos sentimos perdidos ante tantos
interrogantes y débiles por las pocas soluciones ¿no deberíamos valorar la
fuerza interior que nos da Cristo? Porque el Bautismo da fuerzas y con el
Bautismo ¿te sientes un poco iluminado, iluminada con la luz que viene de
Cristo? ¿eres un hombre o una mujer de luz? O ¿eres un hombre, una mujer
oscuros, sin la luz de Jesús?. Pensad en esto. Tomar la gracia del Bautismo,
que es un regalo, es una luz para mí y para todos.
3. Finalmente, un breve apunte sobre el tercer elemento: «para la remisión de los pecados». Recordemos: profeso un solo bautismo para el perdón de los pecados. En el sacramento del Bautismo se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que participa ya de la belleza y de la bondad del Reino de los cielos. Se trata de una intervención potente de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos. Pero esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad; todos somos débiles y todos somos pecadores ¡y no nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos! Y esto es hermoso: yo no me puedo bautizar dos veces, tres veces, cuatro veces, pero sí puedo ir a la confesión, y cada vez que me confieso, renuevo la gracia del bautismo, es como si yo hiciera un segundo bautismo. La misericordia del Señor es infinita. ¡Debemos contar con Él!
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